Con
sesenta y ocho tacos,
hombre duro y nada grueso,
tomó firme decisión:
"¡haré la Quebrantahuesos!"
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Atravesaré el Somport
Subiré hasta el Marie Blanque
¿Escalaré el Portalet?
Yo no lo sé ¿quí lo sa?
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Llegó
desde Barcelona
con Justa en el autobús.
Vio la cascada y la Iglesia
y rezó: "amén, Jesús"
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Informarse
en bicicletas
es un asunto importante.
Se necesita saber
lo más "in", lo interesante.
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A ver qué dice el papel.
(¿Seré sólo yo el inscrito?)
¡Anda! ¡Que no hay nadie más
ni suscrito, ni infraescrito!
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Fue un error, me equivoqué
Son muchos los apuntados:
cuatro mil quinientos diez
y seis, si mal no he contado.
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Al
pagar por Internet
el trámite fue muy rápido.
La tensión iba por dentro.
Por afuera aguantó impávido.
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"¿Cual
de estos quebrantahuesos
será para mi?", pensaba.
- ¡Participar es el premio!,
¡participar!, recitaba
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Afuera,
en la calle miles
de personas se apiñaban:
participantes, sus padres,
sus hijos, tatos y tatas.
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Por
su fuerza, por su rasmia,
por su constancia sin fin:
¡un merecido homenaje
a don Fernando Escartín!
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¡Llegó
el día! Desayuno:
leche, tostadas y miel,
mantequilla, cereales,
frutos secos a granel.
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Si
el cuerpo ha de estar en forma,
la bicicleta, mejor:
cuadro, manillar, horquillas,
frenos, cambios, dirección, ...
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...
acoples, bujes, cubiertas,
cámaras, cierres, cadenas,
piñoneras y pedales,
desviadores y vielas.
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"Quien
espera, desespera".
Tan sólo faltan segundos,
la emoción está patente
y está tenso todo el mundo.
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El
disparo ya se dio.
Sale la Quebrantahuesos:
panticutos, chistavinos,
churdos, pelaires y chesos.
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Manolo
sale de meta
saludando al personal,
cumpliendo está su ilusión:
conseguir participar.
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Juan
Luis le sigue detrás.
con su sonrisa sin fin.
(Este señor es famoso
por ser padre de Martín.)
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Por
Sabi, calle Serrablo
Pasan raudas como el viento
las nueve mil veinte ruedas
de nuestra Quebrantahuesos
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¿Qué
es esto? ¡No puede ser!
¡Perdón! ¡Que me he equivocado!
¡Son ovejas, no ciclistas!
¿Estaré un poco atontado?
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Todo
ya está preparado
tras el coll de Marie Blanque
para recibir ciclistas,
darles agua y repostar.
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¡Que vienen, que vienen ya!,
gritan por el altavoz
Angel y Javi, al volante.
y el coche pasa veloz.
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Llega
el primero muy rápido
persiguiendo al motorista,
nadie le sigue de cerca,
nadie se ve a simple vista.
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¡Cocacola!, y parte rápido
no puede perder el tiempo
tras él siguen cuatro mil
si no hay ningún contratiempo.
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Llega
uno, llega otro,
luego diez, luego decenas,
cincuenta lleva este grupo
y este otro, dos centenas.
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Guardiaciviles,
gendarmes,
enfermeros, masajistas
mecánicos, aguadores...
cuidan del cicloturista.
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Llegó
el autobús-escoba
y el camión recogedor...
- ¿Y Manolo?...¡Ahí está!
¡incansable!, ¡rompedor!
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Un
refresco... y sale pronto,
y desciende el Marie Blanque.
Llega al llano, continúa
Pedaleando sin cesar.
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Sin
descanso ni reposo
arremete el Portalet.
Sube, sube, sube, sube,
sube, sube. ("¿Acabaré?")
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Las
fuerzas ya van escasas.
Un descanso es necesario.
Se tendrá que reponer
el sistema alimentario.
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Este
fue su último sprint.
Con los dientes apretados
echó el resto de sus fuerzas
hasta decir: "¡Se ha acabado!"
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Llegó
a la central de Artouste
- Esto sí que ha sido un hueso,
dijo, poniendo el pie en tierra.
-¡Fin de la Quebrantahuesos!
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Juan
Luis, padre de Martín,
llegó por fin a la meta.
Al ver muy cerca a su hijo,
olvidó sus agujetas.
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Llegó,
se sentó, sopló,
se tumbó y se relajó.
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¿Cual
fue el premio de Juan Luis?
¡Cual va a ser! ¡Su hijo Martín!
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El
descanso del guerrero:
comer un plato de pasta.
Y como dice aquel dicho..
"Un poco de pasta, basta."
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Aquí termina la historia
de nuestro héroe Manolo
que hizo la Quebrantahuesos
pedaleando casi sólo.
Aún sin poder terminar
Su firmeza es de admirar.
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