El Mito y la Ciencia Publicado en Boletín informativo nº 65 de la Asociación de Vecinos "Puente Sardas" de Sabiñánigo |
Las asociaciones de vecinos tienen una misión fundamental: la defensa de los intereses de los habitantes de un determinado pueblo o barrio.
Uno de los derechos de los ciudadanos es que no les den gato por liebre. A ver si me explico. Uno puede vender gatos o puede vender liebres. Ahí no pasa nada. El que quiere compra gato y el que quiere, liebre. Pero lo que no vale es vender una cosa por otra.
Aquí entra lo de el mito y la ciencia. Mito es cualquier afirmación que no puede ser comprobada y ciencia es la que soporta el riguroso método científico, o sea, la que está experimentada. Cualquiera puede crear un mito y difundirlo como tal. Y cualquier persona, puede creer o no creerlo. Afortunadamente, la Constitución ampara al uno y al otro: libertad de pensamiento, libertad de prensa, libertad religiosa. Pero, cuando el que crea un mito lo presenta como una conquista científica, está engañándonos. Desgraciadamente corremos unos tiempos en los que engañar al ciudadano se ha convertido en un deporte: productos milagro, curaciones aseguradas, adelgazamiento instantáneo, máquinas inútiles, etc., etc.. Eso sí, todos nos presentan sus productos y maravillas con el manto de la ciencia.
Vamos a echar un ligero vistazo a los posibles engaños.
En primer lugar, por su gravedad, están todas las pseudomedicinas. Todo el mundo nos quiere curar. No hace falta licenciarse ni realizar ningún experimento. En la tele, en la radio, en la prensa y, cómo no, en Internet, sanadores, brujas, curanderos, gentes con titulaciones inventadas (y, en ocasiones, para desgracia de la sociedad, médicos titulados) nos ofrecen cristales, amuletos, imanes, arcillas, aguas magnetizadas, flores, aceites, grasas, hongos, plantas, y aquí se puede añadir todos los etc. que uno desee porque la oferta es muy amplia. Nadie presenta un análisis clínico sobre su eficacia o no. Claro, eso cuesta mucho esfuerzo y tal vez sería un fracaso total saber que no sirven para nada. Eso sí, siempre añaden a las cualidades de sus productos los adjetivos natural, biológico y ecológico. Están de moda y venden.
Dentro de las pseudomedicinas los hay que nos quieren envolver con palabrería y nos pueden hablar de terapia neural, energía pránica, aurografía, acumuladores orgónicos o nos ofrecen una maravillosa técnica biocibernética quántica holográmica (sí, sí, con q, que hace más efecto). No crean que les tomo el pelo. El pelo lo toman esta gente sin escrúpulos que comercian con la desesperación de enfermos sin curación o con la ignorancia.
Para explicar sus maravillas siempre te hablan de la energía positiva, que nadie sabe lo que es; que equilibra el flujo energético de tu cuerpo, que tampoco se sabe a qué se refieren. Pueden usar agujas, masajes, música, colores, olores o agua homeopática etiquetada con descripciones delirantes. ¡No sirven para nada!
Bueno, si no sirve para nada, ¿por qué no dejarlos en paz? Sencillamente por lo dicho arriba. Nos están vendiendo gato por libre; ciencia por lo que es mito. Nos lo presentan como medicina cuando no lo es. Además, el enfermo verdadero pierde un tiempo precioso mientras se distrae con estas supersticiones. Y el enfermo irreversible es estafado ofreciéndole una curación que no existe.
En segundo lugar están toda la gama de las psudociencias: Astrología, Criptozoología, ovnis, Parapsicología, Pseudoarqueología, Quiromancia, mentalismo, adivinos varios, Telekinesia, Numerología ... También aquí podríamos poner muchos etc..
Si analizamos la Astrología enseguida se ve el por qué entra de lleno en el saco de pseudociencia. Pretende tener el mismo rigor que la Astronomía respecto al conocimiento del movimiento de los astros y aplicarlo a la adivinación. El fallo es constante y fácilmente demostrable: basta conocer a varias personas del mismo signo, analizar su carácter y observar su biografía. Raramente coinciden. Y sin embargo, la mayor parte de los periódicos tienen su sección de horóscopo. Seguir esto como diversión, no está mal; pero presentarlo como verdadero, es una estafa.
Y no digamos la cantidad de tonterías que los pseudoarqueólogos afirman. Si nos referimos a las pirámides de Egipto ya es de risa. A este grupo de gente hay quien los llama "piramidiotas" por la cantidad de afirmaciones sin demostrar, a cual más divertida.
Adivinos, quiromantes, mentalistas... todos presentan como reales cosas que o sólo existen en su imaginación o son directamente estafas.
Es por esto que, sin descuidar los problemas más directos del barrio como es el urbanismo o los servicios, una asociación de vecinos debe vigilar cualquier intento de tomadura de pelo que se quisiera realizar a los ciudadanos tanto en el tema de pseudomedicinas como en el de pseudociencias. Ser realista, pisar el suelo y distinguir el grano de la paja es un buen servicio a prestar no sólo a los socios sino a todos los habitantes del barrio.
El mito y la ciencia son dos cosas bien distintas y ya saben... al César lo que es del César.
23 de junio de 2003