5.-
EL DIOS DE UN CURA RURAL.
(Cinco Olivas y
Alborge. Años 1.963-1.968).
Los meandros
del Río Ebro.
Las campanas del reloj de la
torre de la iglesia habían marcado ya las nueve de la noche, cuando alguien
llamaba en la puerta de la casa parroquial. Alcalde, Secretario y Juez de Paz
de Cinco Olivas me comunicaban que algo había ocurrido en la
"Bocamina" del Ebro, porque la frágil
barandilla del no menos frágil puente sobre las compuertas que dan paso a casi
la mitad del caudal de río Ebro, estaba rota y
alguien había caído por allí. La voz de alarma la dio Luis Carlos, el hijo del
Alcalde y Médico de Cinco Olivas. Venía de festejar del pueblo limítrofe de La
Zaida, donde residía su novia, hija del Secretario del Ayuntamiento.
La noche prometía ser una
noche larga. Durante todo el día de primeros del mes de Febrero de 1964 hubo
una niebla infernal. Salir de casa a esas horas, cuando todo el mundo estaba
agazapado junto al fogón de sus casas, era de lo menos apetecible.
Prácticamente el pueblecito
de Cinco Olivas está rodeado de agua por todas partes.
A trescientos metros antes
de llegar al pueblo, según se viene desde Zaragoza, existe un túnel por debajo
de la montaña, sobre la cual siguen firmes, aunque "tambaleándose"
las ruinas de un antiguo "Fortín", y por este túnel se desvía gran
parte del caudal del Ebro.
El agua sale al otro lado de
la montaña para mover las turbinas de la Central Eléctrica de Sástago. Sobre las grandes compuertas que dan paso o
contienen las aguas, según sea necesario, se construyó un puente estrecho, que
más que puente parece un balcón.
En esta parte comienza el
primer meandro de esta zona del Ebro. Tras las
compuertas, en una especie de pequeño embalse, comienza el
"túnel-bocamina", que engulle un inmenso caudal arremolinado y a una
velocidad endiablada. En la otra parte, una vez atravesada la montaña, y al
final del túnel, aparece un nuevo embalse en las mismas puertas de la central
eléctrica.
Llegados al puente
comprobamos que efectivamente la barandilla que daba al túnel estaba rota. La
niebla nos impedía ver apenas nada. Enfocábamos con las linternas que
inmediatamente eran neutralizadas por la endiablada niebla. Niebla que
constantemente emergía de las aguas, se elevaba y extendía al mismo tiempo,
como queriéndose rebelar contra el cielo y contra la tierra ocultándolo todo.
Daba la impresión que no había más cielo
y tierra que aquel pequeño terreno por donde nos movíamos. Hacía una noche de
infierno.
Llamamos a las autoridades
de Sástago y a la Dirección de la Central Eléctrica.
Se cerraron las compuertas y se dejó la "plazoleta" y el comienzo del
túnel secos. Allí no se adivinaba que hubiese nada.
Al día siguiente con la
débil luz de otro "día anieblado", se procedió también a vaciar el
embalse que daba origen al "salto de agua".
En el pueblo de Sástago había cundido ya la alarma.
Tres jóvenes no habían
vuelto a sus casas esa noche, después de haber ido a las Fiestas de Gelsa o de Quinto de Ebro. Se
habían llevado el camión de la familia como vehículo de traslado. El conductor
tenía 26 años, los otros dos habían cumplido los veinticuatro. Por la carretera
dejaron a otro joven que les hacía auto stop, ya que desde la Estación de
Ferrocarril de La Zaida no había autobús hasta Sástago
por ser domingo ese día. No lo quisieron coger o no le vieron por causa de la
"noche cerrada". Al llegar al desvío de la carretera local de Cinco
Olivas, decidieron tomar unas copas en el bar del pueblo.
Una vez que hubo sido
vaciado el embalse, apareció el camión con los cuerpos abrazados de los tres
jóvenes. El camión atravesó sin obstáculo alguno el último "túnel entre la
vida y la muerte".
La conmoción en Sástago y en los pueblos limítrofes fue impresionante.
Todos imaginábamos ese último trecho del viaje con los "pelos de
punta" y las lágrimas en los ojos.
Hacía siete meses que yo
había hecho ese recorrido por primera vez hacia mi destino como cura párroco de
Cinco Olivas y Alborge.
Era una mañana del mes de
Julio del 63, cuando el viejo autobús, que el Señor Santos debió comprar en uno
de esos desguaces que los americanos de la Base Aérea de Zaragoza hacían de vez
en cuando, me dejó en "La Cortada", desvío de la carretera de Cinco
Olivas.
Allí estaba yo vestido con
sotana, negrísima, ante aquella luz del sol aplastante del verano, y mi pequeño
maletín, para tomar "posesión" de mi primera parroquia como
sacerdote.
A mi izquierda, el río con
la barcaza que trasladaba a vehículos y personas hacia Alforque;
a mi derecha las tierras pardas de un monte pelado, con "betas" de
alabastro, y algunos tomillos y romeros sedientos de agua. ¡Tanta agua por el
río Ebro y tanta sequedad por los montes!
Desde lejos el paisaje debía
de ser muy curioso: entre agua y tierra un punto negro se movía con paso firme
y ligero. Llegué a las compuertas, me asomé y me estremecí, pensando que
navegar por ese tramo del río se adivinaba de lo más peligroso, por el riesgo
de ser tragado por las aguas. Desde la mitad del Ebro
el agua se encaminaba irremisiblemente hacia la '`bocamina", que era, es,
absorbida inmediatamente por el túnel. En aquel momento pensé que si la sirga
que sujetaba y dirigía la marcha de la barcaza de Alforque
se rompiera, las aguas la iban a arrastrar para ser engullida hacia el interior
de la montaña, y que sabe Dios hacia dónde irían a parar. No lo sabía en ese
momento.
Apartando "los malos
pensamientos" continué cuesta arriba hacia el pueblo: a mi izquierda el Ebro, y a mi derecha la montaña. Al remontar la cuesta
vislumbré el pueblecito entero. Lo primero que encontré fue el depósito del
agua. Cinco Olivas fue uno de los
primeros pueblos que instaló el agua corriente por las casas.
Como el agua se cogía
directamente del Ebro, y el depósito no tenía
potabilizadora entonces, lo que se hacía era coger agua en tinajas para el
consumo de boca. El tiempo más apropiado era la primavera cuando el río crecía
por los deshielos del Pirineo, las riadas arrastraban toda la suciedad
acumulada en las márgenes del río, y el agua quedaba en las mejores condiciones
para su consumo.
"Cinco
Olivas, a 58 km. de la capital de Zaragoza. Pueblo
situado en los depósitos cuaternarios del Ebro, junto
al río, en las proximidades del Bajo Aragón, a 161 m de altura sobre el nivel
del mar, con una temperatura media anual de 15.6°, y 340 mm
de precipitación al año. En esta época tendría 230 habitantes, cuando en 1900,
tenía 523 hab., y en 1950, sumaban 319 hab. En 1978 solamente quedaban 166
habitantes". (Gran Enciclopedia Aragonesa, Edit.
Unión Aragonesa del Libro, Unalí, S. L. 0. 1980).
"La población está asentada
en la margen derecha del río, cuyo cauce cerca casi por completo el casco
urbano; su iglesia parroquial, del siglo XVII, es de tapial y ladrillo, con
torre de dos cuerpos al lado del Evangelio. Celebra sus fiestas anuales el 3 de
Febrero, día de San Blas". (Gran Enciclopedia...).
Para mejor situarnos diré
que en la margen izquierda del Ebro se encuentran las
poblaciones de Gelsa de Ebro,
Velilla, Alforque. Alborge,
y el Monasterio de Rueda. En la margen derecha, Quinto de Ebro,
La Zaida, Cinco Olivas, Sástago y Escatrón.
Debido a tos meandros, y en los mapas, si no te fijas bien, se presta a
confusión.
Mirando hacia el Ebro, a unos treinta metros de desnivel con relación a la
entrada del pueblo, se encuentra una pequeña presa, azud, que hace posible que
allí mismo se inicie una acequia que servirá (sirvió), en primer lugar para
mover un molino harinero, otro molino para la fabricación del aceite, y
posteriormente regaría toda la huerta. La fértil huerta de Cinco Olivas.
La Azud debía tener unos cuatrocientos
años de antigüedad. En todo caso es muy posible que todas esas presas -hay más
en esa zona-, se hicieran al amparo de los emprendedores monjes del Monasterio
de Rueda. Las aguas remansadas por esta Azud posibilitan óptimamente el salto
de agua de la central eléctrica mencionada anteriormente y que debió realizarse
hacia el 1900.
Escuelas, viviendas de
maestros, del médico y su consultorio, es el primer complejo edificado que
encontramos. Edificación de ladrillos rojos con buenas perspectivas sobre el
río y sobre las huertas, de reciente construcción, en aquel entonces Julio del
63. Viviendas muy soleadas.
A continuación comienza la
única calle existente en el pueblo, bien cimentada, y a cuya izquierda y
derecha se extienden las casas hasta llegar a la Plaza de la iglesia,
continuando un trayecto un poco más corto en forma de "L" invertida.
"La calle está muy
limpia y no se ve a nadie". Las puertas están cerradas u ocultas por los
toldos para impedir el paso de las moscas, de la luz y del calor. Son la parte
delantera de las casas, porque por la parte trasera es por donde se realiza la
entrada de carros y caballerías.
Todas tienen su corral, su
garaje e incluso su pequeño huerto o jardín. La vida se hace aquí en los patios
entoldados, emparrados y encañizados, dando la sensación de frescura y de
bienestar.
El cura, a quien voy a
sustituir, se encuentra en la casa parroquial en la parte que da hacia el
"terraplén" del Ebro. Saludos, alguna
presentación de los vecinos más cercanos, y visita a la iglesia. Pequeña,
limpia, y con todos los santos posibles a derecha e izquierda. Es de una sola
nave con crucero.
La torre tiene un reloj que
el ayuntamiento se encarga de tener en buen uso.
El cura me informa: "la
gente es buena, muy religiosa, muy respetuosa con el cura, y en su mayoría
asisten a todos los actos litúrgicos que se les haga".
"Son muy reservados en
sus opiniones que normalmente no suelen comunicar directamente, sino a través
de "dimes y diretes", pero siempre guardan
respeto"'.
"El pueblo está muy
cerrado en sí mismo, y los matrimonios se dan entre parientes más o menos
lejanos".
Los apellidos se repiten de
tal manera que se llegan un poco a confundir: Escobedo, Enfedaque,
Fandos, Royo, Tejel,
Gracia, Lorda, Costa, Tella,
Pina, Palacios, y alguno más. De tal manera que a veces dudas si es Escobedo
Royo o Royo Escobedo, la persona con la que estás hablando.
El primer contacto con el
primer vecino es con el cartero que me dice: "Mosén, aquí en este pueblo
no se qué pasa, pero todos los curas vienen pobres y se marchan con sus buenas
“perricas” (dinerillos) ahorradas".
"Quiero que sepa que
cultivo una huerta de la parroquia en alquiler y que pago todos los años por
Navidad".
Mi respuesta fue: "no
se preocupe que yo lo voy a tener muy en cuenta".
Me compré un ciclomotor de
0'5 c. c. de cilindrada al principio; después me compré un coche de segunda
mano, que puse a disposición de la gente que lo necesitase para trasladarse a
Zaragoza, y que se quedó en el pueblo cuando yo me fui de la parroquia para uso
de la juventud.
Con las manos vacías entré y
con las manos vacías me fui.
Manos vacías en sentido
pecuniario.
En este primer
momento percibí claramente lo que debía realizar: abrir a la gente hacia los
demás pueblos del contorno; desarrollar un programa de información, formación;
sacarles de la inercia más o menos “envidiosa” de sus vidas; y empujarles hacía
la generosidad y altruismo para con los demás. Pero sobre todo intentar dar el
paso desde la religiosidad individual que practicaban hacia el compromiso para
con la Iglesia Universal y las necesidades de los más empobrecidos del mundo
más cercano de su entorno.
Todo lo que hice y desarrollé tuvo siempre este
trasfondo. Al menos lo intenté seriamente.
En adelante monaguillos, juventud y familias, iban a
ser los campos en los que nos íbamos a desenvolver.
Mí primera intervención
pública, después de los saludos y ofrecimientos de rigor, fue: "veo que
todos sois muy respetuosos conmigo como sacerdote, y que corriendo venís a
besarme la mano, pero en adelante creo que a quien realmente se debe besar las
manos es a todas las madres del pueblo, pues ellas son las que se lo merecen
por su labor de cultivar la vida de los hijos". La impresión que causó fue
grandísima. Lo estaba diciendo un sacerdote de veintiséis años de edad y recién
salido del seminario.
A partir de este momento
casi todos los chavales del pueblo quisieron ser monaguillos.
En un pueblo de 230
habitantes, habitualmente había unos catorce monaguillos. Las sotanas
tradicionales, roja con roquete blanco de puntilla, se cambiaron por túnicas
blancas y cíngulo blanco. Les daba una figura más elegante y estilizada.
Parecía como si todos hubieran crecido algo en un "santiamén", es
decir, repentinamente.
Empezamos a preparar
concienzudamente todas las celebraciones litúrgicas, que en principio
constituyeron una atracción visual agradable.
El reto del Ebro.
Tres posibilidades había
para llegar hasta la otra parroquia de Alborge:
Una, andando por la huerta
de Cinco Olivas, cuyo recorrido se podría hacer en diez minutos. El problema
era que yo no podía andar sobre las aguas del río.
Dos, hacer un rodeo por
carretera hasta cerca de Sástago, cinco kilómetros,
atravesando el Ebro sobre la barcaza que servía de
puente para vehículos y personas, y un no muy largo recorrido por carretera
teniendo a derecha e izquierda las huertas de Alborge.
Tres, y en el que había que
emplear mucho más tiempo: llegar a Sástago, pasar por
el puente, -reconstruido después de la guerra-, subir hasta las tierras de Bujaraloz, y descender por una carretera local en muy mal
estado hasta orillas del Ebro donde se ubica el
pueblo de Alborge, y después de dejar a nuestra
izquierda la ermita de Nuestra Señora de Montler,
punto de peregrinación de Sástago, Alborge y también Cinco Olivas y pueblos limítrofes que se
sentían invitados.
Dice la Gran Enciclopedia
Aragonesa en su primer tomo, pagina 105:
"Alborge, lugar de la provincia de Zaragoza, a 62 km. de la capital. Situado en el Bajo Aragón, junto al río Ebro, a 156 m. de altitud. Temperatura media anual, 15'6°.
Precipitación anual, 350 m. m.
Población en 1978: 132 hab.;
en 1900, 433 hab.; en 1950, 260 habitantes".
"Pueblo ribereño del Ebro, situado en su margen izquierda; fue típico siempre
por el paso de la barca, que se remonta al año 1336, si bien en la actualidad,
1980, existe un puente que hace innecesario el uso del antiguo pontón".
"El casco
urbano se encuentra muy cuidado, porque todos los vecinos colaboran en el
empeño. La Asociación Cultural Montler, fundada en Alborge, programa cada año numerosos actos artísticos y
culturales, concursos y certámenes de carácter nacional. Ha creado, además, una
residencia para artistas y un museo etnológico, que se verá completado con otro
de arte contemporáneo, además de un auditorium. Es un
ejemplo vivo de lo que un pueblo puede hacer por la cultura, cuando existe la
necesaria unidad de acción".
"Celebra sus fiestas
patronales el 10 de Agosto, en honor de San Lorenzo, y en las mismas destacan
los festejos de tipo cultural y artístico, además de los tradicionales".
El médico de ambos pueblos,
D. Fabián Lou, puso a mi disposición su pequeño
pontón a remos para que yo lo utilizase para mis relaciones con el municipio de
Alborge. Él vivía en Cinco Olivas, pero su cuñada Nati, que permanecía soltera, y su hijo Juan Carlos Lou, vivían en Alborge al cuidado
y administración de los campos que tenían las hermanas Nati
y Gloria, ésta esposa de Fabián.
La casa estaba en la Plaza
de la Iglesia, donde además se encuentran el Ayuntamiento, y las casas de los
hermanos Burillo, habitadas por sus respectivas familias. Además estaba la casa
del Sr. Ambrosio, cuya señora era la sacristana, y unas antiguas escuelas en la
casa de los Alda, el maestro D. Antonio Alda. Había escuelas nuevas como en
Cinco Olivas, pero el maestro prefería por comodidad seguir en la vieja
escuela, al igual que la maestra Dña. María.
De D. Fabián recibí unas elementales
instrucciones para remar y manejar bien el pontón. La barquita había sido hecha
por el carpintero de Cinco Olivas, construida con madera de olivo, muy bien
ensamblada y abundantemente alquitranada, o embadurnada con pez o resina. Era
muy consistente y muy manejable. Iba a ser en adelante mi compañera de fatigas,
de zozobras, sustos, y grandes riesgos en las crecidas invernales del Ebro.
Yo elegí el primer camino
para ir a Alborge, solamente en ocasiones muy
contadas hice uso de la barca de Alborge y de la
"carretera de Sástago-Bujaraloz-Alborge". Era cuando el médico, viendo algunas riadas,
me decía que no debía pasar a remo. Creo que me lo decía como médico, como
Alcalde, pero sobre todo como amigo. Por mi juventud yo no reparaba en riesgos.
Nada se me ponía por delante. Pero él se sentía responsable de mí. ¡Gracias, D.
Fabián!
No había manejado una barca,
más que una sola vez, cuando durante la campaña de los adobes y estando en el
seminario, Roberto, Laín y yo, alquilamos un pontón
en lo que hoy es el club Náutico del Ebro en
Zaragoza. ¡Cómo nos pusimos de "Chipíaos"!.
Mas que remar chapoteábamos. Domingo Laín se reía de
tal manera que más de una vez estuvimos a punto de naufragar. Quién me iba a
decir a mí entonces que me hartaría de remar algún día.
Con el buen tiempo, remar
por el Ebro, en aquellas aguas "remansadas"
por las Azudes, constituía un verdadero placer. Que recuerde hay construidas al
menos seis Azudes, dos en Cinco Olivas, una en Alborge,
dos en Sástago; y una en Escatrón,
que daba lugar al complejo hidráulico del Monasterio de Rueda. Este tramo del Ebro, en sus meandros, debió de ser una maravilla de
aprovechamiento del caudal del río. El Desierto de Los Monegros
finalizaba en un vergel, en un oasis, al sureste de las tierras esteparias,
-antiguamente "Montesnegros"-. Del monte
secano a la ribera del Ebro, en su margen izquierda,
no hay más que un paso, el del precipicio por el desnivel que existe entre la
planicie Monegrina y el cauce del río. De ahí la
formación de los meandros del Ebro en la zona en la
que nos encontramos.
Cuando te acercabas a la
orilla y veías una cuerda que atada en una rama o en algún arbusto se sumergía
en el agua, sabías que allí había "algo". El buen amigo de Alborge, Jesús "el pescatero",
disponía de trampas para pescar anguilas, finísimo "boccato
di Cardinale". Eran cestos de mimbre, a modo de
una caracolera, con la boca más estrecha que el resto del cesto y con unos
mimbres hacia adentro, púas que facilitaba la entrada pero hacían imposible la
salid a las anguilas. Se les ponía algún cebo como barbos o madrillas y
quedaban atrapadas en su mismo hábitat. Tirabas de la cuerda y a veces
encontrabas varias anguilas dentro. ¡Qué impresión!
La iglesia de Alborge, como la de Cinco Olivas, era de una sola nave con
crucero y también muy surtida en imágenes de santos y santas vírgenes y
mártires, igualmente cuidada y limpia. Las ropas litúrgicas eran las
habituales, algunas de corte más moderno, puesto que el sacerdote a quien
sustituía, era muy aficionado a la sastrería, el buen Juan Agudo, que se iría
para las tierras de allende los mares, a la República Dominicana. Allí ha
permanecido hasta hace algunos años. Hombre cordial, dicharachero y abierto
hacia todos los cambios que nos traía el Concilio Vaticano II.
Creo que fue Tomás Malagón, fundador con Guillermo Rovirosa
de la HOAC (Hermandad obrera de Acción Católica), quien decía que los pueblos,
en su historia, se iban configurando en su idiosincrasia colectiva, de una
forma un tanto dialéctica. Es decir, que al lado de un pueblo muy religioso, en
este caso Cinco Olivas, se desarrollaba otro en sentido contrario, o quizás más
bien complementario, es decir más secularizado, “más humanista" o no tan
creyente (religiosamente hablando). No venían tanto a besar la mano del
sacerdote, lo cual me parecía muy bien, pero eran acogedores y compartían
pronto lo que tenían. Al tener la dificultad de la salida del pueblo por falta
de puente sobre el río, hacían mayor esfuerzo, y salían más. Vivían más hacia
afuera. Vivían, quizás, más unidos, y no se les ponía nada por delante. Los objetivos
de información, formación, y de relaciones hacia afuera podían ser los mismos
que en Cinco Olivas. Por lo que en adelante cuando desarrollemos las
actividades en Cinco Olivas, deberá entenderse que se hacía lo mismo, más o
menos, para Alborge.
Tanto las gentes como yo
íbamos observándonos, conociéndonos, y sacando cada uno sus propias
conclusiones.
El 1 ° de Noviembre, día de
Todos los Santos, y el día dos, día de "las almas", me pidieron los
de Alborge que fuese a rezar
"Padrenuestros" al cementerio por sus familiares difuntos.
Tenían por costumbre que por
cada padrenuestro daban al sacerdote cinco pesetas. Yo no quería, pero me
metían los duros por los bolsillos o se los daban a los monaguillos para que
éstos me los diesen a mí, juntamente con la lista de nombres a tener en cuenta.
Al principio de la tarde iba de tumba en tumba rezando padrenuestros con las
familias allí presentes. Pero como el rito se alargaba por le cantidad de gente
que quería que el cura joven rezase por sus muertos, la tarde avanzaba, el sol
se ponía, la gente se marchaba, decidí cortar con "el rito". El
anochecer se echó encima. Desde el cementerio se contemplaba el serpentear del Ebro y las huertas de los pueblos limítrofes. La altura
sobre la que se encontraba (se encuentra) el cementerio de Alborge
permitía la visión de un paisaje con un cielo oscurecido con nubarrones de
Otoño, creando un escenario un tanto apocalíptico. Me quedé sólo rezando
padrenuestros.
¿Aquello era cristiano o era
pagano? Auto excusándome de que tenía que cruzar todavía el Ebro,
me fui a casa donde continué rezando para cumplir con el compromiso de mi
propia conciencia. Ya nunca volvería a repetir la escena. Lo compensé de otra
forma en los años siguientes.
Me comentaban que en tiempos
pasados se habían ahogado en el Ebro algunos chavales
por no saber nadar. Tomé como compromiso darles clase de natación a los
monaguillos y a los chavales que quisieran. El lugar más apropiado era la zona
del "embarcadero".
Compré unos cuantos
flotadores para mayor seguridad y una barca hinchable,
con remos, en el comercio Bazar X de Zaragoza, que entonces estaba ubicado en
lo que hoy es el centro comercial FNAC.
Todos los chavales trajeron
el permiso escrito correspondiente de sus padres.
Poco a poco los chavales se
iban adentrando en el río hasta llegar a cruzarlo con toda soltura.
Al principio nuestra barca
les acompañaba en el recorrido, después les dejábamos solos, pero siempre
observándolos.
Era como "la puesta de
largo" de los monaguillos. Solamente había que tener en cuenta los
detalles del comportamiento de la corriente del agua, y de las zonas donde
podrían aparecer "corrientes de aguas frías" o manantiales
subacuáticos y cercanos a la ribera debido a las filtraciones de las aguas de
riego o embolsamientos subterráneos propiciados por los meandros.
Nadar y encontrarte con una
corriente de agua muy fría, era paralizante, como si te diese un calambre. Ahí
residía el peligro.
Todos estábamos avisados y preparados
para posibles emergencias. Fue toda una experiencia, entonces. Hoy una locura.
Recordemos que estamos en
los años 60 y el río Ebro no estaba tan contaminado
como ahora.
Como locura fue quizás, -de
la que no me arrepiento-, organizar una Colonia de Verano con todos los chicos
que quisieron venir de Cinco Olivas, Alborge y Sástago, durante el verano de 1964 en Casas de Alcanar (Tarragona).
Los sacerdotes del Seminario
de Tortosa, "Josefinos", de Mosén Domingo y
Sol, me prestaron gratuitamente la casa, colegio de verano, la misma casa en la
que estuvimos los seminaristas de Zaragoza en el verano de 1956.
Me ayudaron, en
la labor de organización, el sacerdote de Sástago y
un par de maestros, D. Jesús y Dña. Mª Cruz, también
de Sástago. La telefonista de Sástago,
Maribel, y Mari Carmen Fandos, mi vecina de casa,
fueron las que hicieron de intendentes o de gobernantas. Cada muchacho llevaba
en su mochila, además de los bocadillos para el primer día de viaje (fuimos en
tren), algunas latas de conserva, necesario para organizar la primera comida.
Una vez instalados en el colegio de verano y por la tarde subimos a los cerros
cercanos para traer leña y suministrar a las cocineras el combustible
necesario. Un par de ramas de las podadas ese año por cada excursionista dio
mucho de sí.
No era costumbre general
entonces, ir de vacaciones a la playa. Las Colonias de Verano todavía no se
habían puesto de moda en España. Lo único que existía eran los campamentos del
frente de Juventudes de la Falange y de la Sección Femenina.
La primera noche organizamos
una especie de "fuego de campamento" en la terraza. Los discos de Gila y de Tip y Coll amenizaron gran parte de la velada. Se trataba de que
los chavales cayeran rendidos en sus camas pare que todos pudiéramos dormir
tranquilos la primera noche. No había experiencia de juntar en un mismo
dormitorio unos cuarenta niños de distintas familias y de distintos pueblos.
Era toda una experiencia.
Podríamos decir muchas cosas
sobre cómo fue este ensayo de vida en común. Pero baste con decir que la
mayoría no habla visto el mar.
Decía un chico de Cinco
Olivas a otro de Sástago:
- “Qué grande es el
mar".
Y el otro contestaba metido
en la orilla:
- "Sí, pero el Ebro es más hondo".
La experiencia fue muy
interesante y la noticia corrió de pueblo en pueblo. Las madres comunicaban que
sus hijos "habían aprendido a comer, porque se lo comen todo ahora".
Atravesar el Ebro en medio de una gran riada es todo un reto. Allí es
donde aprendí a "nadar contracorriente" sin morir en el intento.
Toda mi vida he estado, de
una manera u otra, nadando contracorriente. Siempre he hecho y he dicho lo que
mi conciencia me dictaba en ese momento. Muchas veces lo he pasado muy mal,
pero he sobrevivido.
Para cruzar el Ebro en barca a remos durante las riadas, basta con hacer
lo siguiente: subes remando por la orilla (las aguas están menos bravas), hasta
la altura suficiente para que en el momento que se juzga oportuno, sin ningún
titubeo, te lanzas hacía el centro del río remando con todas tus fuerzas. Si la
distancia la has calculado bien, la velocidad del agua en el centro, te llevará
hasta la otra orilla y hacia donde querías ir tú. No hay más riesgos, siempre
que en ese momento no te encuentres con algún tronco de árbol o algo sólido que
arrastre el agua. Es pura geometría combinada con las fuerzas físicas de la
corriente del agua. Es como formar en tu recorrido un triángulo rectángulo. El
lado más largo, la hipotenusa, lo constituye la travesía del río. El ángulo
recto se forma en el inicio del recorrido. Así de sencillo.
La vida de alguna manera es así: cuando se
cierra una puerta se abre una ventana u otra puerta. Es la decisión que uno
lleva dentro la que hace posible la consecución del objetivo. "Antes de
cruzar, mirar". Pero una vez lo has analizado convenientemente, has de
lanzarte sin ninguna distracción ni titubeo en la corriente de la vida.
Este era el reto del Ebro. Este es el reto de la Vida: ser consecuente con lo
que se ha decidido en un momento dado. Insisto, después de haber hecho un buen
análisis de la situación.
La vida "a
ras de tierra".
Durante la guerra española
se destruyeron los archivos tanto eclesiásticos como civiles por lo que había
que rehacerlos a medida que lo iban exigiendo las circunstancias. El procedimiento
venía a ser el siguiente: el Secretario del Ayuntamiento abría un Expediente
con el interesado, proporcionando los datos lo más exactos posible, y
corroborados por dos testigos de su misma o mayor edad; todo el expediente era
enviado a la Capital para que la Autoridad Superior lo examinase, cotejase con
los Archivos Provinciales si ello era posible, y lo aprobase si así lo estimaba
procedente. Ello llevaba consigo gastos en pólizas, sellos, tasas, etc., y
sobre todo mucho tiempo. Suponía un trabajo extra para el Secretario y quizás
un engorro por si se complicaba el expediente y era necesario recabar más
datos. Todo tenía un coste económico, para un tiempo en que la gente tenía
todavía una economía de subsistencia.
Lo más cómodo para el
Secretario era enviar a la gente al cura para que les hiciese la partida de
Bautismo, y en su caso de Matrimonio. Los documentos eclesiásticos venían a
tener durante la Dictadura de Franco casi valor civil. El archivo de la
parroquia se encontraba en similares circunstancias, fue destruido durante la
Guerra Civil. Por tanto todo expediente que se abría, debía ser aprobado por la
Curia Diocesana de Zaragoza. Ello suponía más tiempo y más gastos.
Cuando los abuelos venían
por la parroquia exponiéndome el problema de que no podían cobrar una pensión
por causa de no tener “papeles”, la solución que yo les daba era inmediata:
“vengan con fulano y fulanito y todo se arreglará enseguida". Con el
testimonio de los testigos rellenaba el impreso y se iban con su correspondiente
Certificado hacia el Ayuntamiento. Se daba la circunstancia de que los abuelos
hacían de testigos unos para con otros. De esta forma el Procedimiento de la
Pensión estaba ya en marcha; mientras, yo tenía el tiempo que necesitase para
el expediente de marras y su posterior inscripción en el Libro de Bautismo o de
Matrimonio.
En la Parroquia había que
tener correctamente actualizados los ``Cinco Libros": el del Bautismo, el
de la Confirmación, Matrimonio, Defunciones, y el de Fábrica (la Contabilidad
de la Parroquia). De aquí viene una expresión que se usaba mucho por aquellos
tiempos: “Te doy una hostia que no apareces ni en los cinco libros".
El Obispo en sus visitas
pastorales (en teoría cada cinco años, todo más diez) los revisaba y daba el
Visto Bueno.
Tengo que confesar que nunca
tuve ningún escrúpulo por mi incorrecto proceder, antes bien me siento
orgulloso. “La Burocracia al servicio del Hombre, pero nunca el hombre al
servicio de la burocracia”.
A los interesados no les
daba ninguna explicación. Nadie por tanto podía pensar que me estaba saltando
las "Normas Procesales". Reconozco que hasta me producía un cierto
placer. Lo importante era que el abuelo iba a cobrar pronto su Pensión.
Hasta que el Concilio
Vaticano II no dio carta libre para llevar sotana o no llevarla, todos íbamos
vestidos de riguroso traje talar (vestidura a modo de túnica que llega desde el
cuello hasta los pies; y en el caso de los curas diocesanos era de color
negro). Moverse vestido con sotana con el pontón encharcado, en un día de
lluvia, con el barro especialmente en las orillas del río, o con las nieblas
que te parecían perpetuas, no era nada agradable.
Por eso al día siguiente de
escuchar por radio que ya nos podíamos quitar la sotana, me la quité. El cura
de Sástago Alfredo Pariente, mayor que yo, me había
pedido que “le abriese camino", porque a él le daba vergüenza. ¡Tantos
años protegidos por la sotana!
Más tarde me confesaría:
"has ido tan rápido que yo no he podido reaccionar y seguirte”.
Recordemos que en aquellos
tiempos desde Gelsa hasta Caspe no había más que un
solo puente, el de Sástago.
No había por consiguiente
puente ni en Alborge, ni en Escatrón.
Las barcazas de trasporte cruzaban el río en Alforque,
Alborge, y Escatrón.
En la actualidad existe una
sencilla carretera por la margen izquierda desde Alforque
hasta Alborge. Recomiendo su recorrido por lo
peculiar de su paisaje. Durante el mes de Agosto podrá contemplar hermosas
higueras repletas de higos. Todo un placer. El recorrido es Gelsa,
Velilla de Ebro, Alforque, Alborge y Sástago.
Pascual, mi vecino, me pidió
que le cambiase la instalación eléctrica de su casa. Las conversaciones que
habíamos tenido sucesivas veces le daban pié a pedírmelo. Le puse la
instalación de tal manera que tanto desde la cabecera de la cama, como desde la
puerta del dormitorio, se podía encender y apagar la luz indistintamente. Ello
suponía una gran comodidad, especialmente en relación con la del patio, garaje,
o cuadra de los animales.
En 1963, aquello era una
novedad para el pueblo. Muchos quisieron cambiarse la instalación. Además el
electricista no les cobraba nada. Naturalmente me invitaban a comer o me lo
compensaban en especie con productos propios.
La gente estaba contenta, yo
empleaba mi tiempo, y ganaba en autoridad moral para llevar a cabo toda la
planificación de las actividades que me había propuesto. Era un chantaje, en
este caso, creo que a favor de todos.
A estas alturas de mi relato
quizás se me achaque que teniendo por título "El Dios de mi pequeña
historia", se nombre poco a Dios, pero es "racionalmente lógico para
mí", puesto que Dios subyace debajo de toda la vida.
Si se prefiere otra
expresión, "Dios está presente en todo porque nos envuelve desde el inicio
del Universo en el Bing-Bang
preexistiéndole al mismo”. Nosotros existimos en el tiempo, Él nos preexiste
por encima del tiempo. Más allá del tiempo. “Dios subyace en todo y por encima
de todo". Y si se me fuerza diré que incluso "a pesar de todo".
Somos parte de Dios, aunque Dios,
que es el Todo, es más que nosotros. Las partes forman parte del todo, pero el
todo es más que las partes.
Dios no se confunde con
nosotros, pero sí que nosotros somos algo que ha salido de Él a través de
nuestra Madre Naturaleza.
Al modo de, como podríamos
decir, “mi caminar es parte de mí, pero yo soy más que mi caminar”.
Somos el caminar de Dios en
el tiempo, pero con libertad personal.
En lenguaje metafórico
diríamos que somos como sus pies y sus manos a la hora de continuar su
creación. Lo que pasa es que estos pies y estas manos, que somos nosotros a
imagen y semejanza de él, están constituidas por vida propia y libre albedrío
para caminar y actuar dentro de nuestra historia en el tiempo, y porque así lo
ha querido Dios.
“La energía de Dios habita
en nosotros”.
Nosotros podemos malograr
los efectos de esa energía o hacer que esa energía tenga efectos óptimos para
toda la humanidad.
Es decir que, o actuamos a
favor de todos los hombres de la tierra, y en especial de los más débiles, o
actuamos en contra del Plan de Dios.
Digámoslo de otra manera
de la mano del sacerdote, teólogo y
jesuita Jesús María Alemany en “Puntos de vista” del Periódico Heraldo de
Aragón del día 22 de febrero de 2.009, ante la campaña en los autobuses
públicos: “Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la
vida”.
Decía textualmente: “Jon
Sobrino, compañero y excelente teólogo rescatado de la masacre, está empeñado
en demostrar que la alternativa real no es “creer en Dios” o “no creer en
Dios”, sino “en qué Dios” se cree o
no se cree. Dicho de otra manera, la alternativa entre fe o ateismo encubre con
frecuencia otra solapada pero más peligrosa: fe o idolatría”.
Creemos en un Dios fuerte y
justiciero, el manipulado por los fuertes de este mundo, o creemos en el Dios
de los hombres sencillos, cuya predilección es la de los pobres. El Dios de
Jesús a quien lo condenaron por blasfemo.
Y sigue diciendo Alemany:
Ese Jesús que dijo que un Dios, para quien vale más el sábado que el hombre,
“probablemente no existe”. Pero sí un Dios Padre, tierno ante el sufrimiento
humano, tantas veces obra de nuestros ídolos”.
Y el teólogo Ronaldo Muñoz
en su trabajo titulado “Dios Padre” en el compendio de Teología de la
Liberación “Mysterium liberationis”,
de Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino (Edit. Trotta, S.A. Madrid 1.990),
dice:
“El Dios verdadero es el de
las Bienaventuranzas y el del “Magníficat”, el Dios
del reino ofrecido a los pobres y a los que tienen hambre y sed de justicia, el
Dios que resucita al que fue crucificado por los poderes y jerarquías sagradas
de este mundo, el “Dios de todo-en-todos” de la reconciliación y la fraternidad
universal; en definitiva el Dios de la vida plena y compartida para todos”.
Quede clara mi creencia.
Está claro que la imagen que
yo me puedo forjar de Dios en un momento dado de mi vida, puede y aún debe ser
diferente en otro momento de la misma. Vuelvo a recordar aquello que decía San
Pablo: "cuando era niño pensaba como niño, hablaba como niño y actuaba
como niño, pero ahora que soy adulto pienso, hablo y actúo como adulto".
Quiero decir más:
"confesar y predicar a Dios con palabras tiene menos valor para mí, que
tenerlo siempre presente en todos mis actos y actuar según su espíritu, según
su energía”.
Recordemos aquello de
"a Dios rogando y con el mazo dando". "No todo el que me dice
¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos”. Ni todo el que dice Señor,
Señor, "hace la voluntad del Padre". Porque en definitiva se nos
juzgará por aquello de "tuve hambre y me disteis de comer"; “estuve
enfermo y me visitasteis”, etc., que decía Jesús de Nazaret.
Y “ha llegado el tiempo en el que a Dios no se le adorará ni en Jerusalén ni en
el monte Garizín, sino en espíritu y en verdad”.
Para las fiestas de San
Blas, 3 de febrero del año 1.964, el Alcalde y Secretario de Ayuntamiento de
Cinco Olivas, decidieron que me tocaba a mí organizar en mi casa la comida para
los representantes del pueblo, para las Fuerzas Vivas y Cofradía del Santo,
aunque los gastos correrían por cuenta del Municipio de Cinco Olivas.
Y es que un año se hacía en
casa del Alcalde y al siguiente en la casa del Cura.
Hubo que invitar también a
la Guardia Civil de Sástago, puesto que eran los
responsables del orden en la zona. El Sargento vino acompañado de otro guardia
civil. El Protocolo lo dirigió el Secretario del pueblo. En definitiva los
invitados fueron los que el Ayuntamiento juzgó conveniente.
Ello me dio ocasión de
conocer a la gente "representativa".
Por mi parte intenté sacar el
mayor provecho en cuanto a la observación de las personas, de la
"novatada" o "encerrona" que me habían preparado, siendo yo
un novato recién llegado. Es decir que el ayuntamiento descansó, debido al
trabajo que tuvimos que realizar en mi casa.
La Señora Inocencia, en cuya
casa me hospedaba, preparó la comida.
Fue una excelente comida y
una animada velada.
Para las
fiestas de invierno de Sástago, 17 de Enero de 1.965,
día de San Antón, fui invitado acompañando a Alfredo Pariente cura párroco del
pueblo.
A la hora de la comida
alguien decidió que yo me sentara junto al Capitán de la Guardia Civil, que
residía en Escatrón.
Ya habrán observado que yo
traía ideas "progresistas" y quizás alguien quiso experimentar a ver
qué pasaba.
El Capitán era joven, por lo
que deduje que había salido recientemente de la Academia de la Benemérita, y
que por lógica tenía los estudios recientemente actualizados.
Yo observaba que algunos nos
miraban "de reojo". Por lo que decidí llevar la iniciativa, por
aquello de que “quien da primero da dos veces".
Ni corto ni perezoso, y
comenzada la comida, le pregunto: “¿Qué le parece la teoría de desarrollar el
Ejército como una institución social?”-
Todos miraron hacia
nosotros.
En el año 1.964, lanzar esa
pregunta a un capitán era muy atrevido. Pero por otra parte la idea, si se
pensaba bien, tenía su lógica y quizás su aquiescencia soterrada de gran parte
de los comensales, unos socialistas "in péctore",
otros republicanos nostálgicos, pero todos en el más estricto disimulo.
Todos pensaban, o muchos
pensaban, que la "mili"
era una pérdida de tiempo.
Había caído en mis manos un
librito que se titulaba precisamente así "El Ejército como institución
social". Era del General Vicente Rojo Lluch,
y publicado por la Editorial ZYX, en su Colección "Biblioteca Promoción
del Pueblo".
El General Rojo nació en Enquera (Valencia) en 1894, y murió en Madrid en 1966.
Diplomado de Estado Mayor Republicano, que dirigió la defensa de Madrid frente
al General Franco, y las batallas de Belchite y de
Teruel. Emigró a Cochabamba (Bolivia), y fue profesor de la Escuela Oficial de
Guerra. En 1957 regresó a España. Fundó y dirigió la Colección Bibliográfica
Militar. Entre sus escritos aparecen: "Elementos de arte de la
guerra", "Alerta los pueblos", "Estampas de guerra",
"España heroica, "Culminación y crisis del imperialismo", y
"Así fue la defensa de Madrid".
La comida transcurrió muy
animada. La educación (posiblemente represión) de los comensales fue muy
aceptable. Quien más quien menos todos pusimos " una pica en
Flandes". Pero D. José, el Sargento de la Guardia Civil de Sástago; de quien yo ya me había hecho amigo a través de
sus dos hijos jóvenes, se marchó pensativo.
Liturgia,
formación, cultura, apertura al mundo.
Al principio yo hacía lo que
hacían todos: seguir escrupulosamente las normas litúrgicas. Quizás si pudo
haber alguna diferencia es que personalmente me lo tomaba muy en serio. Por
decirlo de alguna manera, procuré dar a la liturgia un atractivo estético y una
absoluta seriedad. La rutina para mí era un pecado. Además intenté que fuese
comprensible lo más posible.
No olvidemos que la misa la
hacíamos en latín y de espaldas al pueblo. Me costaba mucho predicar a las gentes
y tuve que valerme de una ficha que llevaba en mis manos a la que consultaba
frecuentemente. Era incapaz de decir dos palabras seguidas.
Pero la gente acudía a las
celebraciones con gran respeto. Casi no me atrevía a mirar a la cara a los que
tenía delante. Pero fui conociendo a las personas y ellas me fueron conociendo
a mí. Yo me expresaba como podía, y la gente hacía el esfuerzo por
comprenderme. El respeto y la comprensión eran mutuos.
Llegó un momento en que me
planteé que la liturgia no podía seguir siendo tan hierática y tan fría.
“No está hecho el hombre
para el Sábado, sino que es el Sábado el que está hecho para el hombre”, había
dicho en su día Jesús de Nazaret.
Y a partir de ahí empecé a
simplificar las celebraciones suprimiendo lo que favorecía la rutina, y
acentuando lo que podía ser mejor comprendido. Estética, seriedad, sencillez,
cercanía y sobre todo reflexión, venían a ser los objetivos.
Llegó el Concilio Vaticano
II y cambiaron las normas. Todo debía hacerse de cara al pueblo y en español.
“Cara a cara Iglesia y Pueblo y hablando el mismo idioma”. El latín quedaba
para los estudiosos, y el castellano para las gentes normales.
Los carpinteros de Sástago, los hermanos Garín, me
confeccionaron una mesa según el diseño que yo les había hecho. La coloqué lo
más cerca posible a los bancos donde se sentaban las gentes y cara a cara
comenzaron nuestras celebraciones. Yo me sentía próximo a la gente, y ellos
comenzaban a tratarme de tú a tú.
La lectura del Evangelio se
hacía con el mismo lenguaje que el de la calle.
Analizábamos los principales
acontecimientos diarios cercanos a nosotros, y también los acontecimientos más
notorios acaecidos en el mundo a la luz del Evangelio. El Evangelio nos servía
para la vida, y la vida aportaba al Evangelio mayor comprensión e inmediatez
para todos nosotros. A partir de ahí me fue más fácil expresarme, y la gente
comenzó también a exponer su pensamiento. Poco a poco todos comenzamos un
diálogo con libertad, puesto que lo que se decía nos interesaba a todos. En
ocasiones también los monaguillos intervenían en las reflexiones.
Si uno de los objetivos era
abrir a las gentes hacia los pueblos cercanos y el resto del mundo, había que
traer al pueblo para que les hablasen, a otros curas.
Se hicieron Semanas de Misiones.
Se organizaron charlas sobre las Encíclicas de los Papas Juan XXIII,
especialmente la “Pacem in terris”,
y de Pablo VI. Pasaron por las parroquias los sacerdotes el Padre Antonio Gelabert, profesor nuestro en el seminario, Emilio Escobedo
y Pascual Segura, Alejandro Fernando y Alfonso Milián.
Sobre la Encíclica “Populorum Progressio”
de Pablo VI se organizó una semana de charlas dadas por José Antonio Usán que causaron mucho impacto.
Incluso en verano acamparon
un buen grupo de seminaristas venidos de Zaragoza dirigidos por el Rector del
Seminario D. Agustín Flores. Eran los de 3º de Filosofía entre los cuales
estaban Fernando Larrubia García, Manuel Liarte
Guardia, Tomás Ortiz Arrese, y José Mª Rubio con el
resto de compañeros.
Todas las noches en la plaza
de la iglesia había fuego de campamento. Los mayores se quedaban admirados
viendo cómo se expresaban aquellos jóvenes con plena libertad y soltura y
viendo que sus propios hijos hacían lo mismo. Música, canciones chistes, breves
representaciones teatrales. En definitiva constituían unas veladas muy gratas
para todos.
En las escuelas, cerradas
por vacaciones, tenían su centro de convivencia durante el día programando las
actividades de la jornada. Charlas, debates, animaban a los jóvenes. Limpiaban
caminos, acequias, cementerio, etc.
Los seminaristas daban
catequesis a los niños y los sacaban de excursión al río, al Fortín de Sástago donde recordaban su historia, y al Monasterio de
Rueda, que entonces estaba medio en ruinas y que era empleado como corral de un
gran ganado de ovejas.
Los actos litúrgicos
adquirían todo su esplendor. Fueron unas jornadas muy positivas.
A la hora de las despedidas
hubo suspiros, lágrimas, y enamoramientos platónicos. Pero todo hizo que unos y
otros se fortaleciesen en el conocimiento y dominio de sus personas. Durante
largo tiempo siguieron comunicándose por correspondencia.
Fue una experiencia
enriquecedora para todos.
Fue una “ventana al mundo”
importante.
Recordemos que estamos en
los años 1.964 - 1.968.
Para las fiestas patronales,
un año, el amigo Carlos Tartaj que estaba de
sacerdote Coadjutor en Andorra nos hizo el regalo de venir a Cinco Olivas con
todo el Cuadro de Jota. Al frente iba el “Pastor de Andorra”, José Iranzo, famoso cantador de la Jota Aragonesa, y la
bailadora María Jesús Cubero.
Constituyó una gran velada.
José Iranzo nos regaló con una jota en inglés que
solía cantar cuando salía de España en su gira artística por diferentes países
y siempre que se lo pedían.
Escuchar por primera vez una
jota en inglés fue extremadamente curioso. Carlos y yo nos mirábamos apretando
los dientes pues el sonido de la jota en lengua anglosajona erizaba los
dientes. Fue una experiencia muy curiosa. José Iranzo
además de ser un gran jotero ha sido siempre una excelente persona.
Habíamos colocado un sistema
de megafonía en la iglesia y colocamos altavoces en el campanario.
El micrófono nos permitía
hablar con más intimidad y más cercanía.
Los altavoces de la torre
hacían posible trasmitir música, y en ocasiones eran empleados para dar algunas
noticias o avisos a las gentes.
Los sacerdotes Antonio Ramos
desde Andorra, Alfonso Milián desde Azaila y yo desde Cinco Olivas, organizamos para la
juventud tandas de Ejercicios Espirituales en la Ermita del Carmen de Híjar, Los Pueyos en Alcañíz, y “El Santo” en Aguarón.
Los jóvenes de distintos
pueblos comenzaban a encontrase.
Desde Albalate
del Arzobispo vinieron una temporada a hospedarse en mi casa buscando quizás
una terapia a sus crisis emocionales, mi prima Carmen Ayuda Gómez, el joven
seminarista Jesús Mari Félez Aranda, y de Sástago Pepito Albacar Bada. Entonces vivía conmigo mi hermana María.
Se acercaron por el pueblo
otros jóvenes de otros pueblos atraídos por lo que “se decía”. Incluso algunos
años llegaron de Barcelona jóvenes para pasar sus vacaciones de Semana Santa.
Los Ejercicios
Espirituales fueron complementados con Semanas Culturales de Juventud, y
Encuentros Festivos centrados en diversos pueblos según la ocasión. El recién
estrenado Salón de Cine de Gelsa acogió a una gran
concentración de jóvenes de toda la comarca.
Para todos se organizaban
los entonces famosos Cursillos de Cristiandad dirigidos desde la Acción
Católica en Zaragoza. Por ellos pasamos todos los que lo deseamos. Si tuviera
que resumir su impacto diría que nos abrían al mundo y a la comprensión de un
Jesús de Nazaret más cercano, más personal. “Otro
modo de percibir a Dios era posible”.
Organizamos excursiones
masivas en autobús a Lourdes y a
Santiago de Compostela. Comenzamos a convivir unos con otros fuera de nuestras
casas, fuera de nuestros pueblos.
La de Lourdes fue
multitudinaria a pesar de la poca costumbre que había entonces de salir de sus
pueblos las gentes. Se incorporaron jóvenes conocidos de Zaragoza, de Nuez de Ebro, y de los pueblos limítrofes a Cinco Olivas.
Roberto Gracia Alcaine, sacerdote entonces del hermoso pueblecito de la
montaña, Cerveruela, y compañero desde la infancia en
el Seminario de Alcorisa, y al igual el compañero
Domingo Laín Sanz que había llegado de realizar
estudios en el Noviciado de los PP. Blancos en Gap (Fr) durante los años 1.961-1.962, colaboraron en la
organización. El idioma francés aportado por Domingo
nos sirvió mucho a la hora de encontrar alojamiento en los hoteles de Lourdes.
Roberto trajo su extenso Botiquín de Primeros Auxilios ya que acostumbraba a
tenerlo en Cerveruela ante los días que quedaban
aislados en invierno por la nieve. Su acopio de medicamentos elementales, era
un servicio extraordinario que hacía a las gentes de la montaña. La animación
en el grupo por ambos fue muy aplaudida y recordada durante mucho tiempo.
Igualmente fue generosa su dedicación a todos.
Y se presentó un problema.
Parte de nuestros jóvenes en la época veraniega se irían a trabajar de
empleados en los hoteles de la Costa Catalana. Los más conscientes de su
situación, pues muchas veces no tenían tiempo ni para ir a misa o se
encontraban muy cansados, nos pidieron ayuda.
Ante esa situación, llegamos
a organizar lo que entonces se llamó
Pastoral de Conjunto.
Lo hicimos especialmente en colaboración con las
Diócesis de Barcelona y de Gerona.
Desde nuestros pueblos dimos el impulso los sacerdotes
Alfonso Milián Sorríbas (Azaila), actualmente Obispo de Barbastro,
Antonio Ramos Estáun (Andorra), Ángel Nogueras,
trabajador en una mina “a cielo abierto” en su Parroquia Herrera de los
Navarros, Gregorio Ciria, cura entonces de Monegrillo, desde hace muchos años en México, y el que lo cuenta. Todos éramos
de la Diócesis de Zaragoza.
Nos turnábamos por meses para vivir cerca de nuestros
jóvenes empleados de hotel; además apoyábamos a las parroquias locales de la
costa. Sus jornadas de trabajo superaban casi siempre los seis días en la
semana. El cansancio, la desolación, el abandono de su religiosidad, era
frecuente. Las anécdotas a contar serían interminables.
Por eso saber que tenían a “sus curas” cerca de ellos,
era un alivio. Todos los días nos marcábamos el plan de visita a los
trabajadores de los hoteles de acuerdo con sus ratos libres.
Llegué a hacer estudiar el Bachillerato Elemental a
todos los chicos y chicas que quisieron hacerlo bajo la modalidad del
Bachillerato RTV.
Modalidad nueva de hacer el
bachillerato establecido por el Ministerio de Educación a mitad de los 60 para
jóvenes del mundo rural donde no había Institutos de Enseñanza y para
trabajadores. La Institución Fernando El Católico de la Diputación Provincial
de Zaragoza nos proporcionaba libros de texto y material radiofónico adecuado.
Se estudiaba lo que entonces
se llamaba Bachillerato Elemental que daba acceso por ejemplo al estudio de
Magisterio y de Enfermería. Salieron alguna Maestra, y alguna Enfermera (ATS),
Técnicos Mecánicos, e incluso un Licenciado en Filosofía.
Del primer curso se encargó
D. Manuel Hernández, maestro del pueblo, puesto que los chicos estaban todavía
en edad escolar. De los Cursos 2º, 3º y 4º me encargué yo mismo por la razón de
que yo tenía más recientes los estudios y los alumnos ya habían dejado la
escuela. Lo mismo ocurrió en Alborge.
Chicos y chicas que de no
haber iniciado en el pueblo el bachiller no hubieran podido realizar más
estudios. Los exámenes se hacían a final de curso en el Instituyo Goya para los
chicos, y en Miguel Servet para las chicas, en
Zaragoza.
Personalmente funcionaba a presión. Para despejar la
cabeza aprovechaba para coger algodón en la huerta con los vecinos del pueblo.
Ello me permitía además poder intimar con las familias. Por cierto que coger
algodón en noviembre y diciembre envueltos en la niebla con la flor del algodón
seca y punzante no era ningún pasatiempo. Los dedos te quedaban deshechos.
Estuve al corriente de la OPERACIÓN MOISÉS.
En 1966-1967 circuló una carta dirigida a los obispos
españoles y al Nuncio en Madrid para la que se pedían firmas de sacerdotes
representativos de todas las diócesis. La carta constaba de diez puntos sobre
la base del Concilio y del Evangelio para que la jerarquía rompiera su estrecha
relación política con el franquismo y revisara su propia historia pidiendo
perdón por el pasado de la guerra civil, se independizase del Estado
económicamente, y otros puntos. Con ocasión de esta carta hubo sacerdotes que
renunciaron a la paga del Estado y se pusieron a trabajar.
Hice una colecta pública para ayudar económicamente a
los trabajadores deportados por causa de la Huelga de Bandas en Bilbao que
habían llegado a Zaragoza. La gente fue muy generosa.
La huelga de Bandas fue la más larga en el franquismo
(del 30 -10- 1966 hasta el 20-05 -1967) por un problema de primas y ritmos
de trabajo en Laminaciones de Bandas en Frío de Echevarri
(Vizcaya). La solidaridad se extendió por toda España e incluso en el extranjero,
desde los estudiantes universitarios hasta muchos sectores de la Iglesia católica.
Todo eran actividades hacia los demás.
Pero, ¿qué pasaba mientras tanto dentro de mí?
La cercanía y el roce humano hicieron que me enamorase
de una chica estupenda y ella se enamorase de mí. Yo tenía 28 años. Todo era
limpio y hermoso y en el más estricto terreno afectivo. Ambos nos respetábamos
mutuamente, y nos ayudábamos en cuanto personas.
Y es que la actividad semanal te mantenía distraído,
pero llegaba el domingo por la tarde y yo me quedaba solo conmigo mismo.
Escuchaba música, leía, rezaba, pero yo seguía solo. Me consolaba al final de
la tarde la Paraliturgia que tenía costumbre de
realizar con la mucha gente que acudía a la iglesia. Rezábamos parte del
rosario (un misterio) para seguir la tradición, y el resto les decía que lo
hicieran por su cuenta. Eliminábamos el rezo repetitivo y machacón, y el tiempo
lo empleábamos para instruirnos en los acontecimientos más llamativos en el
mundo. Era nuestra “ventana al mundo”. Resaltábamos primero los hechos
negativos: robos, crímenes, atropellos, actos de egoísmo. Seguidamente los
contrarrestábamos con hechos de generosidad y de altruismo hacia los demás.
Hacíamos una breve exposición eucarística y dábamos la bendición a la gente con
el Santísimo Sacramento.
Y nuevamente solo en casa.
La gente cenaba y se acostaba pronto porque al día
siguiente había que madrugar.
Por mi parte a las 8´30 h. decía la misa, y a las
nueve comenzaba las clases de Bachiller Elemental.
Mi dulce situación sentimental me producía inquietud e
inseguridad. Rezaba, procuraba fortalecer mi voluntad con pequeñas y repetidas
renuncias placenteras, y me sacrificaba con cilicios y disciplinas, procurando
tener la mente siempre ocupada y sobre todo, me esforzaba por atender más y
mejor a los demás. Pero yo seguía solo.
Acudí a los amigos íntimos Antonio Ramos y Alfonso Milián con quienes tenía una profunda amistad y una intensa
actividad.
En aquella época el OPUS se presentaba como la mayor fraternidad
para los sacerdotes. Vicente García Chus, sacerdote
de la Obra, fue el gran amigo e íntimo consejero. Era una gran persona. Mi vida
estaba comenzando al servicio de la sociedad y no quería que ello se acabara
tan pronto.
La muchacha y yo fuimos madurando interiormente y
encauzando nuestras vidas en el cometido que teníamos planteado. Ella comenzó a
trabajar y yo seguí con un fuerte compromiso pastoral. Seguimos siendo íntimos
amigos durante mucho tiempo. Ella jamás me dijo casémonos, y yo tampoco lo
hice. Pero ambos sabíamos que nos queríamos profundamente, respetuosamente.
Siempre nos mantuvimos en el más estricto respeto personal. Pero el amor nunca
dejó de ser inmenso.
En general podríamos decir que el placer es objetivo
inmediato en el hombre, y el afecto el objetivo de la mujer. Y aunque ambas
cosas se dan en ambos sexos, al menos de entrada, se dan en proporciones
distintas. Podríamos decir que el equilibrio en ambos campos es la maduración
para los dos. Cabría decir que se dan personas con actitudes que podríamos
llamar psicosexuales (equilibrio de placer y afecto),
y personas que se sienten acentuadas por sólo el placer o por sólo el afecto.
Primero ser amigos, después lo que acuerden
mutuamente. La cama llegará a ser una consecuencia, y a su vez la cama debería
fortalecer la amistad, en definitiva el amor. Así se expresa el teólogo José
Ignacio González Faus en un trabajo publicado en Noticias
Obreras, nº 1.475 del 1 al 15 de Marzo de 2.009. Edita HOAC.
Hoy en día es más fácil “desnudar el cuerpo que
desnudar el alma”. Nosotros desnudamos el alma, pero jamás desnudamos el
cuerpo.
El paso al matrimonio nunca llegó a madurar de hecho,
aunque posiblemente lo deseábamos los dos. Pero éramos jóvenes y había otras
cosas que hacer. Y en lo que a mí me concierne se irá viendo en el transcurrir
de mi vida. Por lo que más adelante habrá que seguir hablando de este tema.
En todo caso el amor hay que hacerlo no solo con el
cuerpo, sino con todo nuestro ser. La sexualidad no debe ser masculinizada, en el
sentido de “aquí te pillo aquí te cazo”, como dice J. I. González Faus.
El catalán P. Ladislau D´Easo en su “Cançons Espirituals” “¿Qué saps tu de
l´Amor”?, decía “el amor no es una “jugina”, el amor es cosa divina”.
González Faus seguirá
diciendo “desde una sensibilidad masculina la sexualidad evoca sobre todo el
placer; mientras que, desde una sensibilidad femenina evoca preferentemente el
afecto”.
Más o menos esto era lo que yo pensaba en aquellos
momentos. Por eso seguiríamos avanzando en el quehacer de nuestros
planteamientos. Todo esto puede explicar mi situación anímica de entonces. Pero
a pesar de todo yo terminaba estando solo, estaba inquieto y me sentía frágil y
vulnerable.
Tema que seguiremos abordando más adelante, ya que por
otra parte será de obligado cumplimiento, puesto que nuestra vida dará muchas
vueltas a lo largo de los años.
Era corriente de opinión avanzada entonces que los
sacerdotes no deberían permanecer más de cinco años en la misma parroquia. Se
evitaba de ese modo el apego a la parroquia, y a creerse uno mismo propietario
de la misma. La idea era pasar de la visión de iglesias locales a la visión de
Iglesia Universal. Era ampliar el escenario del pueblo al escenario del mundo. Cáritas, por ejemplo, comenzaba a salir del ámbito
parroquial y atendía a las gentes de una manera global y aconfesional.
Recordar aquí al sacerdote Mariano García Cerrada, es
reconocer su gran contribución al cambio dentro de la organización caritativa
de la Diócesis de Zaragoza, por otra parte cambio deseado por el Concilio
Vaticano II.
Además el sacerdote que quería entregarse totalmente a
su parroquia en cinco años podía dar de sí todo lo que le fuera posible. A
partir de ahí era conveniente dejar paso a otro sacerdote que ampliase ideas y
objetivos. De esta manera quienes saldrían ganando serían las propias gentes.
Eran ideas nacidas al calor del Concilio. “La Iglesia al servicio de las
gentes”. Nunca en sentido contrario.
Es por esto que me planteé en la primavera del 68
salir del pueblo e ir de sacerdote como capellán de emigrantes a Francia. En mi
caso era como una obligación. Mis padres habían sido emigrantes y yo había
experimentado lo mismo durante las vacaciones del seminario.
Lo expuse al Arzobispo Pedro Cantero y Cuadrado quien
me aceptó la idea. Preparamos mi estancia en Madrid en el Colegio para
Capellanes de Emigrantes ubicado en el Gran San Blas, a partir de septiembre, y
para hacer los estudios correspondientes preparatorios al nuevo campo de
pastoral misionera con los emigrantes españoles que salían especialmente hacia
Francia y Alemania.
En el mes de agosto de 1.968 me despedí de mis
feligreses. Antes había dejado preparado y concretado, para todos los
estudiantes del Bachiller Elemental, el lugar y la manera donde proseguir los estudios
de acuerdo con las posibilidades de sus padres.
El Consiliario de la HOAC entonces Gregorio Forniés me invitó al Cursillo de Iniciación a la misma. Se
desarrolló en una casa de campo en Peñalba, propiedad
de la familia María Jesús Pomar.
Me impactó fuertemente. Descubrí un mundo, el de la
clase trabajadora, para mí totalmente desconocido. El mundo rural era otra
cosa. La franqueza, la familiaridad, y las expresiones verbales y de
camaradería de los compañeros de convivencia, además del respeto mutuo estando
compuesto por hombres y mujeres hacían que el afecto de sentimientos fuese
moneda común y corriente.
El que dirigía el cursillo era el compañero Norberto
Moreno, un hombre convertido al cristianismo desde una vida superficial y
mundana. Pero nos hizo vivir el Evangelio y la preocupación por el mundo
obrero.
Jesús de Nazaret y los
hombres trabajadores eran los dos polos que nos orientarían para siempre. Al
mismo tiempo descubrí otro Dios, otra forma de ver a Dios. Pero ello será el
trasfondo de una segunda parte que compondrá la totalidad de mi relato “El Dios
de mi pequeña historia”.
Laureano Molina Gómez.
Zaragoza a 5 de marzo de 2.009.
(Final de la 1ª parte).
“EL DIOS DE MI PEQUEÑA HISTORIA”:
Parte 2ª.
(Por desarrollar)
EL
DIOS DE LA HOAC Y DE LOS MILITANTES DE LA ZYX.
El IAPLA en
Madrid.
Mi rebelión.
El IAPLA versus
la ZYX.
Cursillos de la
HOAC-ZYX.
Cura obrero -
Camioneros.
Lucha por la
democracia.
EL
DIOS DE LOS DISCAPACITADOS PSÍQUICOS (ATADES).
Etapa expansiva y familiar.
Los compañeros.
Los dirigentes de ATADES.
Transición política.
Secularización. ¿Por qué?
Matrimonio, ¿por qué?, ¿para qué?
Dios, ATADES, defensa de los discapacitados.
DEL DIOS ACTUAL AL DIOS DEL FUTURO.
Visión personal sobre Dios.
Visión personal sobre el mundo.
“Nunca más servir a señor que se me pueda morir”.
PCA - IU - Sindicalismo - Herederos de la HOAC-ZYX
El Dios de mi familia.
¿Qué espero de Dios?
¿Qué puedo esperar de la Iglesia?
¿Catolicismo frente al evangelio?
El neoliberalismo contra el humanismo cristiano.
En un mundo global.