5.- EL DIOS DE UN CURA RURAL.

(Cinco Olivas y Alborge. Años 1.963-1.968).

Los meandros del Río Ebro.

Las campanas del reloj de la torre de la iglesia habían marcado ya las nueve de la noche, cuando alguien llamaba en la puerta de la casa parroquial. Alcalde, Secretario y Juez de Paz de Cinco Olivas me comunicaban que algo había ocurrido en la "Bocamina" del Ebro, porque la frágil barandilla del no menos frágil puente sobre las compuertas que dan paso a casi la mitad del caudal de río Ebro, estaba rota y alguien había caído por allí. La voz de alarma la dio Luis Carlos, el hijo del Alcalde y Médico de Cinco Olivas. Venía de festejar del pueblo limítrofe de La Zaida, donde residía su novia, hija del Secretario del Ayuntamiento.

La noche prometía ser una noche larga. Durante todo el día de primeros del mes de Febrero de 1964 hubo una niebla infernal. Salir de casa a esas horas, cuando todo el mundo estaba agazapado junto al fogón de sus casas, era de lo menos apetecible.

Prácticamente el pueblecito de Cinco Olivas está rodeado de agua por todas partes.

A trescientos metros antes de llegar al pueblo, según se viene desde Zaragoza, existe un túnel por debajo de la montaña, sobre la cual siguen firmes, aunque "tambaleándose" las ruinas de un antiguo "Fortín", y por este túnel se desvía gran parte del caudal del Ebro.

El agua sale al otro lado de la montaña para mover las turbinas de la Central Eléctrica de Sástago. Sobre las grandes compuertas que dan paso o contienen las aguas, según sea necesario, se construyó un puente estrecho, que más que puente parece un balcón.

En esta parte comienza el primer meandro de esta zona del Ebro. Tras las compuertas, en una especie de pequeño embalse, comienza el "túnel-bocamina", que engulle un inmenso caudal arremolinado y a una velocidad endiablada. En la otra parte, una vez atravesada la montaña, y al final del túnel, aparece un nuevo embalse en las mismas puertas de la central eléctrica.

 

Llegados al puente comprobamos que efectivamente la barandilla que daba al túnel estaba rota. La niebla nos impedía ver apenas nada. Enfocábamos con las linternas que inmediatamente eran neutralizadas por la endiablada niebla. Niebla que constantemente emergía de las aguas, se elevaba y extendía al mismo tiempo, como queriéndose rebelar contra el cielo y contra la tierra ocultándolo todo. Daba la impresión  que no había más cielo y tierra que aquel pequeño terreno por donde nos movíamos. Hacía una noche de infierno.

Llamamos a las autoridades de Sástago y a la Dirección de la Central Eléctrica. Se cerraron las compuertas y se dejó la "plazoleta" y el comienzo del túnel secos. Allí no se adivinaba que hubiese nada.

Al día siguiente con la débil luz de otro "día anieblado", se procedió también a vaciar el embalse que daba origen al "salto de agua".

En el pueblo de Sástago había cundido ya la alarma.

Tres jóvenes no habían vuelto a sus casas esa noche, después de haber ido a las Fiestas de Gelsa o de Quinto de Ebro. Se habían llevado el camión de la familia como vehículo de traslado. El conductor tenía 26 años, los otros dos habían cumplido los veinticuatro. Por la carretera dejaron a otro joven que les hacía auto stop, ya que desde la Estación de Ferrocarril de La Zaida no había autobús hasta Sástago por ser domingo ese día. No lo quisieron coger o no le vieron por causa de la "noche cerrada". Al llegar al desvío de la carretera local de Cinco Olivas, decidieron tomar unas copas en el bar del pueblo.

Una vez que hubo sido vaciado el embalse, apareció el camión con los cuerpos abrazados de los tres jóvenes. El camión atravesó sin obstáculo alguno el último "túnel entre la vida y la muerte".

La conmoción en Sástago y en los pueblos limítrofes fue impresionante. Todos imaginábamos ese último trecho del viaje con los "pelos de punta" y las lágrimas en los ojos.

 

Hacía siete meses que yo había hecho ese recorrido por primera vez hacia mi destino como cura párroco de Cinco Olivas y Alborge.

Era una mañana del mes de Julio del 63, cuando el viejo autobús, que el Señor Santos debió comprar en uno de esos desguaces que los americanos de la Base Aérea de Zaragoza hacían de vez en cuando, me dejó en "La Cortada", desvío de la carretera de Cinco Olivas.

Allí estaba yo vestido con sotana, negrísima, ante aquella luz del sol aplastante del verano, y mi pequeño maletín, para tomar "posesión" de mi primera parroquia como sacerdote.

A mi izquierda, el río con la barcaza que trasladaba a vehículos y personas hacia Alforque; a mi derecha las tierras pardas de un monte pelado, con "betas" de alabastro, y algunos tomillos y romeros sedientos de agua. ¡Tanta agua por el río Ebro y tanta sequedad por los montes!

Desde lejos el paisaje debía de ser muy curioso: entre agua y tierra un punto negro se movía con paso firme y ligero. Llegué a las compuertas, me asomé y me estremecí, pensando que navegar por ese tramo del río se adivinaba de lo más peligroso, por el riesgo de ser tragado por las aguas. Desde la mitad del Ebro el agua se encaminaba irremisiblemente hacia la '`bocamina", que era, es, absorbida inmediatamente por el túnel. En aquel momento pensé que si la sirga que sujetaba y dirigía la marcha de la barcaza de Alforque se rompiera, las aguas la iban a arrastrar para ser engullida hacia el interior de la montaña, y que sabe Dios hacia dónde irían a parar. No lo sabía en ese momento.­

Apartando "los malos pensamientos" continué cuesta arriba hacia el pueblo: a mi izquierda el Ebro, y a mi derecha la montaña. Al remontar la cuesta vislumbré el pueblecito entero. Lo primero que encontré fue el depósito del agua.  Cinco Olivas fue uno de los primeros pueblos que instaló el agua corriente por las casas.

Como el agua se cogía directamente del Ebro, y el depósito no tenía potabilizadora entonces, lo que se hacía era coger agua en tinajas para el consumo de boca. El tiempo más apropiado era la primavera cuando el río crecía por los deshielos del Pirineo, las riadas arrastraban toda la suciedad acumulada en las márgenes del río, y el agua quedaba en las mejores condiciones para su consumo.

 

"Cinco Olivas, a 58 km. de la capital de Zaragoza. Pueblo situado en los depósitos cuaternarios del Ebro, junto al río, en las proximidades del Bajo Aragón, a 161 m de altura sobre el nivel del mar, con una temperatura media anual de 15.6°, y 340 mm de precipitación al año. En esta época tendría 230 habitantes, cuando en 1900, tenía 523 hab., y en 1950, sumaban 319 hab. En 1978 solamente quedaban 166 habitantes". (Gran Enciclopedia Aragonesa, Edit. Unión Aragonesa del Libro, Unalí, S. L. 0. 1980).

"La población está asentada en la margen derecha del río, cuyo cauce cerca casi por completo el casco urbano; su iglesia parroquial, del siglo XVII, es de tapial y ladrillo, con torre de dos cuerpos al lado del Evangelio. Celebra sus fiestas anuales el 3 de Febrero, día de San Blas". (Gran Enciclopedia...).

 

Para mejor situarnos diré que en la margen izquierda del Ebro se encuentran las poblaciones de Gelsa de Ebro, Velilla, Alforque. Alborge, y el Monasterio de Rueda. En la margen derecha, Quinto de Ebro, La Zaida, Cinco Olivas, Sástago y Escatrón. Debido a tos meandros, y en los mapas, si no te fijas bien, se presta a confusión.

Mirando hacia el Ebro, a unos treinta metros de desnivel con relación a la entrada del pueblo, se encuentra una pequeña presa, azud, que hace posible que allí mismo se inicie una acequia que servirá (sirvió), en primer lugar para mover un molino harinero, otro molino para la fabricación del aceite, y posteriormente regaría toda la huerta. La fértil huerta de Cinco Olivas.

La Azud debía tener unos cuatrocientos años de antigüedad. En todo caso es muy posible que todas esas presas -hay más en esa zona-, se hicieran al amparo de los emprendedores monjes del Monasterio de Rueda. Las aguas remansadas por esta Azud posibilitan óptimamente el salto de agua de la central eléctrica mencionada anteriormente y que debió realizarse hacia el 1900.

 

Escuelas, viviendas de maestros, del médico y su consultorio, es el primer complejo edificado que encontramos. Edificación de ladrillos rojos con buenas perspectivas sobre el río y sobre las huertas, de reciente construcción, en aquel entonces Julio del 63. Viviendas muy soleadas.

A continuación comienza la única calle existente en el pueblo, bien cimentada, y a cuya izquierda y derecha se extienden las casas hasta llegar a la Plaza de la iglesia, continuando un trayecto un poco más corto en forma de "L" invertida.

"La calle está muy limpia y no se ve a nadie". Las puertas están cerradas u ocultas por los toldos para impedir el paso de las moscas, de la luz y del calor. Son la parte delantera de las casas, porque por la parte trasera es por donde se realiza la entrada de carros y caballerías.

Todas tienen su corral, su garaje e incluso su pequeño huerto o jardín. La vida se hace aquí en los patios entoldados, emparrados y encañizados, dando la sensación de frescura y de bienestar.

 

El cura, a quien voy a sustituir, se encuentra en la casa parroquial en la parte que da hacia el "terraplén" del Ebro. Saludos, alguna presentación de los vecinos más cercanos, y visita a la iglesia. Pequeña, limpia, y con todos los santos posibles a derecha e izquierda. Es de una sola nave con crucero.

La torre tiene un reloj que el ayuntamiento se encarga de tener en buen uso.

El cura me informa: "la gente es buena, muy religiosa, muy respetuosa con el cura, y en su mayoría asisten a todos los actos litúrgicos que se les haga".

"Son muy reservados en sus opiniones que normalmente no suelen comunicar directamente, sino a través de "dimes y diretes", pero siempre guardan respeto"'.

"El pueblo está muy cerrado en sí mismo, y los matrimonios se dan entre parientes más o menos lejanos".

Los apellidos se repiten de tal manera que se llegan un poco a confundir: Escobedo, Enfedaque, Fandos, Royo, Tejel, Gracia, Lorda, Costa, Tella, Pina, Palacios, y alguno más. De tal manera que a veces dudas si es Escobedo Royo o Royo Escobedo, la persona con la que estás hablando.

 

El primer contacto con el primer vecino es con el cartero que me dice: "Mosén, aquí en este pueblo no se qué pasa, pero todos los curas vienen pobres y se marchan con sus buenas “perricas” (dinerillos) ahorradas".

"Quiero que sepa que cultivo una huerta de la parroquia en alquiler y que pago todos los años por Navidad".

Mi respuesta fue: "no se preocupe que yo lo voy a tener muy en cuenta".

Me compré un ciclomotor de 0'5 c. c. de cilindrada al principio; después me compré un coche de segunda mano, que puse a disposición de la gente que lo necesitase para trasladarse a Zaragoza, y que se quedó en el pueblo cuando yo me fui de la parroquia para uso de la juventud.

Con las manos vacías entré y con las manos vacías me fui.

Manos vacías en sentido pecuniario.

 

En este primer momento percibí claramente lo que debía realizar: abrir a la gente hacia los demás pueblos del contorno; desarrollar un programa de información, formación; sacarles de la inercia más o menos “envidiosa” de sus vidas; y empujarles hacía la generosidad y altruismo para con los demás. Pero sobre todo intentar dar el paso desde la religiosidad individual que practicaban hacia el compromiso para con la Iglesia Universal y las necesidades de los más empobrecidos del mundo más cercano de su entorno.

Todo lo que hice y desarrollé tuvo siempre este trasfondo. Al menos lo intenté seriamente.

En adelante monaguillos, juventud y familias, iban a ser los campos en los que nos íbamos a desenvolver.

Mí primera intervención pública, después de los saludos y ofrecimientos de rigor, fue: "veo que todos sois muy respetuosos conmigo como sacerdote, y que corriendo venís a besarme la mano, pero en adelante creo que a quien realmente se debe besar las manos es a todas las madres del pueblo, pues ellas son las que se lo merecen por su labor de cultivar la vida de los hijos". La impresión que causó fue grandísima. Lo estaba diciendo un sacerdote de veintiséis años de edad y recién salido del seminario.

A partir de este momento casi todos los chavales del pueblo quisieron ser monaguillos.

En un pueblo de 230 habitantes, habitualmente había unos catorce monaguillos. Las sotanas tradicionales, roja con roquete blanco de puntilla, se cambiaron por túnicas blancas y cíngulo blanco. Les daba una figura más elegante y estilizada. Parecía como si todos hubieran crecido algo en un "santiamén", es decir, repentinamente.

Empezamos a preparar concienzudamente todas las celebraciones litúrgicas, que en principio constituyeron una atracción visual agradable.

 

 

El  reto del Ebro.

Tres posibilidades había para llegar hasta la otra parroquia de Alborge:

Una, andando por la huerta de Cinco Olivas, cuyo recorrido se podría hacer en diez minutos. El problema era que yo no podía andar sobre las aguas del río.

Dos, hacer un rodeo por carretera hasta cerca de Sástago, cinco kilómetros, atravesando el Ebro sobre la barcaza que servía de puente para vehículos y personas, y un no muy largo recorrido por carretera teniendo a derecha e izquierda las huertas de Alborge.

Tres, y en el que había que emplear mucho más tiempo: llegar a Sástago, pasar por el puente, -reconstruido después de la guerra-, subir hasta las tierras de Bujaraloz, y descender por una carretera local en muy mal estado hasta orillas del Ebro donde se ubica el pueblo de Alborge, y después de dejar a nuestra izquierda la ermita de Nuestra Señora de Montler, punto de peregrinación de Sástago, Alborge y también Cinco Olivas y pueblos limítrofes que se sentían invitados.

 

Dice la Gran Enciclopedia Aragonesa en su primer tomo, pagina 105:

"Alborge, lugar de la provincia de Zaragoza, a 62 km. de la capital. Situado en el Bajo Aragón, junto al río Ebro, a 156 m. de altitud. Temperatura media anual, 15'6°. Precipitación anual, 350 m. m.

Población en 1978: 132 hab.; en 1900, 433 hab.; en 1950, 260 habitantes".

 

"Pueblo ribereño del Ebro, situado en su margen izquierda; fue típico siempre por el paso de la barca, que se remonta al año 1336, si bien en la actualidad, 1980, existe un puente que hace innecesario el uso del antiguo pontón".

"El casco urbano se encuentra muy cuidado, porque todos los vecinos colaboran en el empeño. La Asociación Cultural Montler, fundada en Alborge, programa cada año numerosos actos artísticos y culturales, concursos y certámenes de carácter nacional. Ha creado, además, una residencia para artistas y un museo etnológico, que se verá completado con otro de arte contemporáneo, además de un auditorium. Es un ejemplo vivo de lo que un pueblo puede hacer por la cultura, cuando existe la necesaria unidad de acción".

"Celebra sus fiestas patronales el 10 de Agosto, en honor de San Lorenzo, y en las mismas destacan los festejos de tipo cultural y artístico, además de los tradicionales".

 

El médico de ambos pueblos, D. Fabián Lou, puso a mi disposición su pequeño pontón a remos para que yo lo utilizase para mis relaciones con el municipio de Alborge. Él vivía en Cinco Olivas, pero su cuñada Nati, que permanecía soltera, y su hijo Juan Carlos Lou, vivían en Alborge al cuidado y administración de los campos que tenían las hermanas Nati y Gloria, ésta esposa de Fabián.

La casa estaba en la Plaza de la Iglesia, donde además se encuentran el Ayuntamiento, y las casas de los hermanos Burillo, habitadas por sus respectivas familias. Además estaba la casa del Sr. Ambrosio, cuya señora era la sacristana, y unas antiguas escuelas en la casa de los Alda, el maestro D. Antonio Alda. Había escuelas nuevas como en Cinco Olivas, pero el maestro prefería por comodidad seguir en la vieja escuela, al igual que la maestra Dña. María.

De  D. Fabián recibí unas elementales instrucciones para remar y manejar bien el pontón. La barquita había sido hecha por el carpintero de Cinco Olivas, construida con madera de olivo, muy bien ensamblada y abundantemente alquitranada, o embadurnada con pez o resina. Era muy consistente y muy manejable. Iba a ser en adelante mi compañera de fatigas, de zozobras, sustos, y grandes riesgos en las crecidas invernales del Ebro.

Yo elegí el primer camino para ir a Alborge, solamente en ocasiones muy contadas hice uso de la barca de Alborge y de la "carretera de Sástago-Bujaraloz-Alborge". Era cuando el médico, viendo algunas riadas, me decía que no debía pasar a remo. Creo que me lo decía como médico, como Alcalde, pero sobre todo como amigo. Por mi juventud yo no reparaba en riesgos. Nada se me ponía por delante. Pero él se sentía responsable de mí. ¡Gracias, D. Fabián!

No había manejado una barca, más que una sola vez, cuando durante la campaña de los adobes y estando en el seminario, Roberto, Laín y yo, alquilamos un pontón en lo que hoy es el club Náutico del Ebro en Zaragoza. ¡Cómo nos pusimos de "Chipíaos"!. Mas que remar chapoteábamos. Domingo Laín se reía de tal manera que más de una vez estuvimos a punto de naufragar. Quién me iba a decir a mí entonces que me hartaría de remar algún día.

Con el buen tiempo, remar por el Ebro, en aquellas aguas "remansadas" por las Azudes, constituía un verdadero placer. Que recuerde hay construidas al menos seis Azudes, dos en Cinco Olivas, una en Alborge, dos en Sástago; y una en Escatrón, que daba lugar al complejo hidráulico del Monasterio de Rueda. Este tramo del Ebro, en sus meandros, debió de ser una maravilla de aprovechamiento del caudal del río. El Desierto de Los Monegros finalizaba en un vergel, en un oasis, al sureste de las tierras esteparias, -antiguamente "Montesnegros"-. Del monte secano a la ribera del Ebro, en su margen izquierda, no hay más que un paso, el del precipicio por el desnivel que existe entre la planicie Monegrina y el cauce del río. De ahí la formación de los meandros del Ebro en la zona en la que nos encontramos.

Cuando te acercabas a la orilla y veías una cuerda que atada en una rama o en algún arbusto se sumergía en el agua, sabías que allí había "algo". El buen amigo de Alborge, Jesús "el pescatero", disponía de trampas para pescar anguilas, finísimo "boccato di Cardinale". Eran cestos de mimbre, a modo de una caracolera, con la boca más estrecha que el resto del cesto y con unos mimbres hacia adentro, púas que facilitaba la entrada pero hacían imposible la salid a las anguilas. Se les ponía algún cebo como barbos o madrillas y quedaban atrapadas en su mismo hábitat. Tirabas de la cuerda y a veces encontrabas varias anguilas dentro. ¡Qué impresión!

 

La iglesia de Alborge, como la de Cinco Olivas, era de una sola nave con crucero y también muy surtida en imágenes de santos y santas vírgenes y mártires, igualmente cuidada y limpia. Las ropas litúrgicas eran las habituales, algunas de corte más moderno, puesto que el sacerdote a quien sustituía, era muy aficionado a la sastrería, el buen Juan Agudo, que se iría para las tierras de allende los mares, a la República Dominicana. Allí ha permanecido hasta hace algunos años. Hombre cordial, dicharachero y abierto hacia todos los cambios que nos traía el Concilio Vaticano II.

 

Creo que fue Tomás Malagón, fundador con Guillermo Rovirosa de la HOAC (Hermandad obrera de Acción Católica), quien decía que los pueblos, en su historia, se iban configurando en su idiosincrasia colectiva, de una forma un tanto dialéctica. Es decir, que al lado de un pueblo muy religioso, en este caso Cinco Olivas, se desarrollaba otro en sentido contrario, o quizás más bien complementario, es decir más secularizado, “más humanista" o no tan creyente (religiosamente hablando). No venían tanto a besar la mano del sacerdote, lo cual me parecía muy bien, pero eran acogedores y compartían pronto lo que tenían. Al tener la dificultad de la salida del pueblo por falta de puente sobre el río, hacían mayor esfuerzo, y salían más. Vivían más hacia afuera. Vivían, quizás, más unidos, y no se les ponía nada por delante. Los objetivos de información, formación, y de relaciones hacia afuera podían ser los mismos que en Cinco Olivas. Por lo que en adelante cuando desarrollemos las actividades en Cinco Olivas, deberá entenderse que se hacía lo mismo, más o menos, para Alborge.

 

Tanto las gentes como yo íbamos observándonos, conociéndonos, y sacando cada uno sus propias conclusiones.

 

El 1 ° de Noviembre, día de Todos los Santos, y el día dos, día de "las almas", me pidieron los de Alborge que fuese a rezar "Padrenuestros" al cementerio por sus familiares difuntos.

Tenían por costumbre que por cada padrenuestro daban al sacerdote cinco pesetas. Yo no quería, pero me metían los duros por los bolsillos o se los daban a los monaguillos para que éstos me los diesen a mí, juntamente con la lista de nombres a tener en cuenta. Al principio de la tarde iba de tumba en tumba rezando padrenuestros con las familias allí presentes. Pero como el rito se alargaba por le cantidad de gente que quería que el cura joven rezase por sus muertos, la tarde avanzaba, el sol se ponía, la gente se marchaba, decidí cortar con "el rito". El anochecer se echó encima. Desde el cementerio se contemplaba el serpentear del Ebro y las huertas de los pueblos limítrofes. La altura sobre la que se encontraba (se encuentra) el cementerio de Alborge permitía la visión de un paisaje con un cielo oscurecido con nubarrones de Otoño, creando un escenario un tanto apocalíptico. Me quedé sólo rezando padrenuestros.

¿Aquello era cristiano o era pagano? Auto excusándome de que tenía que cruzar todavía el Ebro, me fui a casa donde continué rezando para cumplir con el compromiso de mi propia conciencia. Ya nunca volvería a repetir la escena. Lo compensé de otra forma en los años siguientes.

 

Me comentaban que en tiempos pasados se habían ahogado en el Ebro algunos chavales por no saber nadar. Tomé como compromiso darles clase de natación a los monaguillos y a los chavales que quisieran. El lugar más apropiado era la zona del "embarcadero".

Compré unos cuantos flotadores para mayor seguridad y una barca hinchable, con remos, en el comercio Bazar X de Zaragoza, que entonces estaba ubicado en lo que hoy es el centro comercial FNAC.

Todos los chavales trajeron el permiso escrito correspondiente de sus padres.

Poco a poco los chavales se iban adentrando en el río hasta llegar a cruzarlo con toda soltura.

Al principio nuestra barca les acompañaba en el recorrido, después les dejábamos solos, pero siempre observándolos.

Era como "la puesta de largo" de los monaguillos. Solamente había que tener en cuenta los detalles del comportamiento de la corriente del agua, y de las zonas donde podrían aparecer "corrientes de aguas frías" o manantiales subacuáticos y cercanos a la ribera debido a las filtraciones de las aguas de riego o embolsamientos subterráneos propiciados por los meandros.

Nadar y encontrarte con una corriente de agua muy fría, era paralizante, como si te diese un calambre. Ahí residía el peligro.

Todos estábamos avisados y preparados para posibles emergencias. Fue toda una experiencia, entonces. Hoy una locura.

Recordemos que estamos en los años 60 y el río Ebro no estaba tan contaminado como ahora.

 

Como locura fue quizás, -de la que no me arrepiento-, organizar una Colonia de Verano con todos los chicos que quisieron venir de Cinco Olivas, Alborge y Sástago, durante el verano de 1964 en Casas de Alcanar (Tarragona).

Los sacerdotes del Seminario de Tortosa, "Josefinos", de Mosén Domingo y Sol, me prestaron gratuitamente la casa, colegio de verano, la misma casa en la que estuvimos los seminaristas de Zaragoza en el verano de 1956.

Me ayudaron, en la labor de organización, el sacerdote de Sástago y un par de maestros, D. Jesús y Dña. Mª Cruz, también de Sástago. La telefonista de Sástago, Maribel, y Mari Carmen Fandos, mi vecina de casa, fueron las que hicieron de intendentes o de gobernantas. Cada muchacho llevaba en su mochila, además de los bocadillos para el primer día de viaje (fuimos en tren), algunas latas de conserva, necesario para organizar la primera comida. Una vez instalados en el colegio de verano y por la tarde subimos a los cerros cercanos para traer leña y suministrar a las cocineras el combustible necesario. Un par de ramas de las podadas ese año por cada excursionista dio mucho de sí.

No era costumbre general entonces, ir de vacaciones a la playa. Las Colonias de Verano todavía no se habían puesto de moda en España. Lo único que existía eran los campamentos del frente de Juventudes de la Falange y de la Sección Femenina.

La primera noche organizamos una especie de "fuego de campamento" en la terraza. Los discos de Gila y de Tip y Coll amenizaron gran parte de la velada. Se trataba de que los chavales cayeran rendidos en sus camas pare que todos pudiéramos dormir tranquilos la primera noche. No había experiencia de juntar en un mismo dormitorio unos cuarenta niños de distintas familias y de distintos pueblos. Era toda una experiencia.

Podríamos decir muchas cosas sobre cómo fue este ensayo de vida en común. Pero baste con decir que la mayoría no habla visto el mar.

Decía un chico de Cinco Olivas a otro de Sástago:

- “Qué grande es el mar".

Y el otro contestaba metido en la orilla:

- "Sí, pero el Ebro es más hondo".

La experiencia fue muy interesante y la noticia corrió de pueblo en pueblo. Las madres comunicaban que sus hijos "habían aprendido a comer, porque se lo comen todo ahora".

 

Atravesar el Ebro en medio de una gran riada es todo un reto. Allí es donde aprendí a "nadar contracorriente" sin morir en el intento.

Toda mi vida he estado, de una manera u otra, nadando contracorriente. Siempre he hecho y he dicho lo que mi conciencia me dictaba en ese momento. Muchas veces lo he pasado muy mal, pero he sobrevivido.

Para cruzar el Ebro en barca a remos durante las riadas, basta con hacer lo siguiente: subes remando por la orilla (las aguas están menos bravas), hasta la altura suficiente para que en el momento que se juzga oportuno, sin ningún titubeo, te lanzas hacía el centro del río remando con todas tus fuerzas. Si la distancia la has calculado bien, la velocidad del agua en el centro, te llevará hasta la otra orilla y hacia donde querías ir tú. No hay más riesgos, siempre que en ese momento no te encuentres con algún tronco de árbol o algo sólido que arrastre el agua. Es pura geometría combinada con las fuerzas físicas de la corriente del agua. Es como formar en tu recorrido un triángulo rectángulo. El lado más largo, la hipotenusa, lo constituye la travesía del río. El ángulo recto se forma en el inicio del recorrido. Así de sencillo.

    La vida de alguna manera es así: cuando se cierra una puerta se abre una ventana u otra puerta. Es la decisión que uno lleva dentro la que hace posible la consecución del objetivo. "Antes de cruzar, mirar". Pero una vez lo has analizado convenientemente, has de lanzarte sin ninguna distracción ni titubeo en la corriente de la vida.

Este era el reto del Ebro. Este es el reto de la Vida: ser consecuente con lo que se ha decidido en un momento dado. Insisto, después de haber hecho un buen análisis de la situación.

 

La vida "a ras de tierra".

Durante la guerra española se destruyeron los archivos tanto eclesiásticos como civiles por lo que había que rehacerlos a medida que lo iban exigiendo las circunstancias. El procedimiento venía a ser el siguiente: el Secretario del Ayuntamiento abría un Expediente con el interesado, proporcionando los datos lo más exactos posible, y corroborados por dos testigos de su misma o mayor edad; todo el expediente era enviado a la Capital para que la Autoridad Superior lo examinase, cotejase con los Archivos Provinciales si ello era posible, y lo aprobase si así lo estimaba procedente. Ello llevaba consigo gastos en pólizas, sellos, tasas, etc., y sobre todo mucho tiempo. Suponía un trabajo extra para el Secretario y quizás un engorro por si se complicaba el expediente y era necesario recabar más datos. Todo tenía un coste económico, para un tiempo en que la gente tenía todavía una economía de subsistencia.

Lo más cómodo para el Secretario era enviar a la gente al cura para que les hiciese la partida de Bautismo, y en su caso de Matrimonio. Los documentos eclesiásticos venían a tener durante la Dictadura de Franco casi valor civil. El archivo de la parroquia se encontraba en similares circunstancias, fue destruido durante la Guerra Civil. Por tanto todo expediente que se abría, debía ser aprobado por la Curia Diocesana de Zaragoza. Ello suponía más tiempo y más gastos.

Cuando los abuelos venían por la parroquia exponiéndome el problema de que no podían cobrar una pensión por causa de no tener “papeles”, la solución que yo les daba era inmediata: “vengan con fulano y fulanito y todo se arreglará enseguida". Con el testimonio de los testigos rellenaba el impreso y se iban con su correspondiente Certificado hacia el Ayuntamiento. Se daba la circunstancia de que los abuelos hacían de testigos unos para con otros. De esta forma el Procedimiento de la Pensión estaba ya en marcha; mientras, yo tenía el tiempo que necesitase para el expediente de marras y su posterior inscripción en el Libro de Bautismo o de Matrimonio.

En la Parroquia había que tener correctamente actualizados los ``Cinco Libros": el del Bautismo, el de la Confirmación, Matrimonio, Defunciones, y el de Fábrica (la Contabilidad de la Parroquia). De aquí viene una expresión que se usaba mucho por aquellos tiempos: “Te doy una hostia que no apareces ni en los cinco libros".

El Obispo en sus visitas pastorales (en teoría cada cinco años, todo más diez) los revisaba y daba el Visto Bueno.

Tengo que confesar que nunca tuve ningún escrúpulo por mi incorrecto proceder, antes bien me siento orgulloso. “La Burocracia al servicio del Hombre, pero nunca el hombre al servicio de la burocracia”.

A los interesados no les daba ninguna explicación. Nadie por tanto podía pensar que me estaba saltando las "Normas Procesales". Reconozco que hasta me producía un cierto placer. Lo importante era que el abuelo iba a cobrar pronto su Pensión.

 

Hasta que el Concilio Vaticano II no dio carta libre para llevar sotana o no llevarla, todos íbamos vestidos de riguroso traje talar (vestidura a modo de túnica que llega desde el cuello hasta los pies; y en el caso de los curas diocesanos era de color negro). Moverse vestido con sotana con el pontón encharcado, en un día de lluvia, con el barro especialmente en las orillas del río, o con las nieblas que te parecían perpetuas, no era nada agradable.

Por eso al día siguiente de escuchar por radio que ya nos podíamos quitar la sotana, me la quité. El cura de Sástago Alfredo Pariente, mayor que yo, me había pedido que “le abriese camino", porque a él le daba vergüenza. ¡Tantos años protegidos por la sotana!

Más tarde me confesaría: "has ido tan rápido que yo no he podido reaccionar y seguirte”.

 

Recordemos que en aquellos tiempos desde Gelsa hasta Caspe no había más que un solo puente, el de Sástago.

No había por consiguiente puente ni en Alborge, ni en Escatrón. Las barcazas de trasporte cruzaban el río en Alforque, Alborge, y Escatrón.

En la actualidad existe una sencilla carretera por la margen izquierda desde Alforque hasta Alborge. Recomiendo su recorrido por lo peculiar de su paisaje. Durante el mes de Agosto podrá contemplar hermosas higueras repletas de higos. Todo un placer. El recorrido es Gelsa, Velilla de Ebro, Alforque, Alborge y Sástago.

Pascual, mi vecino, me pidió que le cambiase la instalación eléctrica de su casa. Las conversaciones que habíamos tenido sucesivas veces le daban pié a pedírmelo. Le puse la instalación de tal manera que tanto desde la cabecera de la cama, como desde la puerta del dormitorio, se podía encender y apagar la luz indistintamente. Ello suponía una gran comodidad, especialmente en relación con la del patio, garaje, o cuadra de los animales.

En 1963, aquello era una novedad para el pueblo. Muchos quisieron cambiarse la instalación. Además el electricista no les cobraba nada. Naturalmente me invitaban a comer o me lo compensaban en especie con productos propios.

La gente estaba contenta, yo empleaba mi tiempo, y ganaba en autoridad moral para llevar a cabo toda la planificación de las actividades que me había propuesto. Era un chantaje, en este caso, creo que a favor de todos.

 

A estas alturas de mi relato quizás se me achaque que teniendo por título "El Dios de mi pequeña historia", se nombre poco a Dios, pero es "racionalmente lógico para mí", puesto que Dios subyace debajo de toda la vida.

Si se prefiere otra expresión, "Dios está presente en todo porque nos envuelve desde el inicio del Universo en el Bing-Bang preexistiéndole al mismo”. Nosotros existimos en el tiempo, Él nos preexiste por encima del tiempo. Más allá del tiempo. “Dios subyace en todo y por encima de todo". Y si se me fuerza diré que incluso "a pesar de todo".

Somos parte de Dios, aunque Dios, que es el Todo, es más que nosotros. Las partes forman parte del todo, pero el todo es más que las partes.

Dios no se confunde con nosotros, pero sí que nosotros somos algo que ha salido de Él a través de nuestra Madre Naturaleza.

Al modo de, como podríamos decir, “mi caminar es parte de mí, pero yo soy más que mi caminar”.

Somos el caminar de Dios en el tiempo, pero con libertad personal.

En lenguaje metafórico diríamos que somos como sus pies y sus manos a la hora de continuar su creación. Lo que pasa es que estos pies y estas manos, que somos nosotros a imagen y semejanza de él, están constituidas por vida propia y libre albedrío para caminar y actuar dentro de nuestra historia en el tiempo, y porque así lo ha querido Dios.

“La energía de Dios habita en nosotros”.

Nosotros podemos malograr los efectos de esa energía o hacer que esa energía tenga efectos óptimos para toda la humanidad.

Es decir que, o actuamos a favor de todos los hombres de la tierra, y en especial de los más débiles, o actuamos en contra del Plan de Dios.

 

Digámoslo de otra manera de  la mano del sacerdote, teólogo y jesuita Jesús María Alemany en “Puntos de vista” del Periódico Heraldo de Aragón del día 22 de febrero de 2.009, ante la campaña en los autobuses públicos: “Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida”.

Decía textualmente: “Jon Sobrino, compañero y excelente teólogo rescatado de la masacre, está empeñado en demostrar que la alternativa real no es “creer en Dios” o “no creer en Dios”, sino “en qué Dios” se cree o no se cree. Dicho de otra manera, la alternativa entre fe o ateismo encubre con frecuencia otra solapada pero más peligrosa: fe o idolatría”.

Creemos en un Dios fuerte y justiciero, el manipulado por los fuertes de este mundo, o creemos en el Dios de los hombres sencillos, cuya predilección es la de los pobres. El Dios de Jesús a quien lo condenaron por blasfemo.

Y sigue diciendo Alemany: Ese Jesús que dijo que un Dios, para quien vale más el sábado que el hombre, “probablemente no existe”. Pero sí un Dios Padre, tierno ante el sufrimiento humano, tantas veces obra de nuestros ídolos”.

Y el teólogo Ronaldo Muñoz en su trabajo titulado “Dios Padre” en el compendio de Teología de la Liberación Mysterium liberationis”, de Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino (Edit. Trotta, S.A. Madrid 1.990), dice:

“El Dios verdadero es el de las Bienaventuranzas y el del “Magníficat”, el Dios del reino ofrecido a los pobres y a los que tienen hambre y sed de justicia, el Dios que resucita al que fue crucificado por los poderes y jerarquías sagradas de este mundo, el “Dios de todo-en-todos” de la reconciliación y la fraternidad universal; en definitiva el Dios de la vida plena y compartida para todos”.

 

Quede clara mi creencia.

 

Está claro que la imagen que yo me puedo forjar de Dios en un momento dado de mi vida, puede y aún debe ser diferente en otro momento de la misma. Vuelvo a recordar aquello que decía San Pablo: "cuando era niño pensaba como niño, hablaba como niño y actuaba como niño, pero ahora que soy adulto pienso, hablo y actúo como adulto".

Quiero decir más: "confesar y predicar a Dios con palabras tiene menos valor para mí, que tenerlo siempre presente en todos mis actos y actuar según su espíritu, según su energía”.

Recordemos aquello de "a Dios rogando y con el mazo dando". "No todo el que me dice ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos”. Ni todo el que dice Señor, Señor, "hace la voluntad del Padre". Porque en definitiva se nos juzgará por aquello de "tuve hambre y me disteis de comer"; “estuve enfermo y me visitasteis”, etc., que decía Jesús de Nazaret. Y “ha llegado el tiempo en el que a Dios no se le adorará ni en Jerusalén ni en el monte Garizín, sino en espíritu y en verdad”.

 

 

Para las fiestas de San Blas, 3 de febrero del año 1.964, el Alcalde y Secretario de Ayuntamiento de Cinco Olivas, decidieron que me tocaba a mí organizar en mi casa la comida para los representantes del pueblo, para las Fuerzas Vivas y Cofradía del Santo, aunque los gastos correrían por cuenta del Municipio de Cinco Olivas.

Y es que un año se hacía en casa del Alcalde y al siguiente en la casa del Cura.

Hubo que invitar también a la Guardia Civil de Sástago, puesto que eran los responsables del orden en la zona. El Sargento vino acompañado de otro guardia civil. El Protocolo lo dirigió el Secretario del pueblo. En definitiva los invitados fueron los que el Ayuntamiento juzgó conveniente.

Ello me dio ocasión de conocer a la gente "representativa".

Por mi parte intenté sacar el mayor provecho en cuanto a la observación de las personas, de la "novatada" o "encerrona" que me habían preparado, siendo yo un novato recién llegado. Es decir que el ayuntamiento descansó, debido al trabajo que tuvimos que realizar en mi casa.

La Señora Inocencia, en cuya casa me hospedaba, preparó la comida.

Fue una excelente comida y una animada velada.

Para las fiestas de invierno de Sástago, 17 de Enero de 1.965, día de San Antón, fui invitado acompañando a Alfredo Pariente cura párroco del pueblo.

A la hora de la comida alguien decidió que yo me sentara junto al Capitán de la Guardia Civil, que residía en Escatrón.

Ya habrán observado que yo traía ideas "progresistas" y quizás alguien quiso experimentar a ver qué pasaba.

El Capitán era joven, por lo que deduje que había salido recientemente de la Academia de la Benemérita, y que por lógica tenía los estudios recientemente actualizados.

Yo observaba que algunos nos miraban "de reojo". Por lo que decidí llevar la iniciativa, por aquello de que “quien da primero da dos veces".

Ni corto ni perezoso, y comenzada la comida, le pregunto: “¿Qué le parece la teoría de desarrollar el Ejército como una institución social?”-

Todos miraron hacia nosotros.

En el año 1.964, lanzar esa pregunta a un capitán era muy atrevido. Pero por otra parte la idea, si se pensaba bien, tenía su lógica y quizás su aquiescencia soterrada de gran parte de los comensales, unos socialistas "in péctore", otros republicanos nostálgicos, pero todos en el más estricto disimulo.

Todos pensaban, o muchos pensaban, que la  "mili" era una pérdida de tiempo.

 

Había caído en mis manos un librito que se titulaba precisamente así "El Ejército como institución social". Era del General Vicente Rojo Lluch, y publicado por la Editorial ZYX, en su Colección "Biblioteca Promoción del Pueblo"­.

 

El General Rojo nació en Enquera (Valencia) en 1894, y murió en Madrid en 1966. Diplomado de Estado Mayor Republicano, que dirigió la defensa de Madrid frente al General Franco, y las batallas de Belchite y de Teruel. Emigró a Cochabamba (Bolivia), y fue profesor de la Escuela Oficial de Guerra. En 1957 regresó a España. Fundó y dirigió la Colección Bibliográfica Militar. Entre sus escritos aparecen: "Elementos de arte de la guerra", "Alerta los pueblos", "Estampas de guerra", "España heroica, "Culminación y crisis del imperialismo", y "Así fue la defensa de Madrid".

 

La comida transcurrió muy animada. La educación (posiblemente represión) de los comensales fue muy aceptable. Quien más quien menos todos pusimos " una pica en Flandes". Pero D. José, el Sargento de la Guardia Civil de Sástago; de quien yo ya me había hecho amigo a través de sus dos hijos jóvenes, se marchó pensativo.

 

Liturgia, formación, cultura, apertura al mundo.

 

Al principio yo hacía lo que hacían todos: seguir escrupulosamente las normas litúrgicas. Quizás si pudo haber alguna diferencia es que personalmente me lo tomaba muy en serio. Por decirlo de alguna manera, procuré dar a la liturgia un atractivo estético y una absoluta seriedad. La rutina para mí era un pecado. Además intenté que fuese comprensible lo más posible.

No olvidemos que la misa la hacíamos en latín y de espaldas al pueblo. Me costaba mucho predicar a las gentes y tuve que valerme de una ficha que llevaba en mis manos a la que consultaba frecuentemente. Era incapaz de decir dos palabras seguidas.

Pero la gente acudía a las celebraciones con gran respeto. Casi no me atrevía a mirar a la cara a los que tenía delante. Pero fui conociendo a las personas y ellas me fueron conociendo a mí. Yo me expresaba como podía, y la gente hacía el esfuerzo por comprenderme. El respeto y la comprensión eran mutuos.

Llegó un momento en que me planteé que la liturgia no podía seguir siendo tan hierática y tan fría.

“No está hecho el hombre para el Sábado, sino que es el Sábado el que está hecho para el hombre”, había dicho en su día Jesús de Nazaret.

Y a partir de ahí empecé a simplificar las celebraciones suprimiendo lo que favorecía la rutina, y acentuando lo que podía ser mejor comprendido. Estética, seriedad, sencillez, cercanía y sobre todo reflexión, venían a ser los objetivos.

Llegó el Concilio Vaticano II y cambiaron las normas. Todo debía hacerse de cara al pueblo y en español. “Cara a cara Iglesia y Pueblo y hablando el mismo idioma”. El latín quedaba para los estudiosos, y el castellano para las gentes normales.

 

Los carpinteros de Sástago, los hermanos Garín, me confeccionaron una mesa según el diseño que yo les había hecho. La coloqué lo más cerca posible a los bancos donde se sentaban las gentes y cara a cara comenzaron nuestras celebraciones. Yo me sentía próximo a la gente, y ellos comenzaban a tratarme de tú a tú.

La lectura del Evangelio se hacía con el mismo lenguaje que el de la calle.

Analizábamos los principales acontecimientos diarios cercanos a nosotros, y también los acontecimientos más notorios acaecidos en el mundo a la luz del Evangelio. El Evangelio nos servía para la vida, y la vida aportaba al Evangelio mayor comprensión e inmediatez para todos nosotros. A partir de ahí me fue más fácil expresarme, y la gente comenzó también a exponer su pensamiento. Poco a poco todos comenzamos un diálogo con libertad, puesto que lo que se decía nos interesaba a todos. En ocasiones también los monaguillos intervenían en las reflexiones.

 

Si uno de los objetivos era abrir a las gentes hacia los pueblos cercanos y el resto del mundo, había que traer al pueblo para que les hablasen, a otros curas.

 

Se hicieron Semanas de Misiones. Se organizaron charlas sobre las Encíclicas de los Papas Juan XXIII, especialmente la “Pacem in terris”, y de Pablo VI. Pasaron por las parroquias los sacerdotes el Padre Antonio Gelabert, profesor nuestro en el seminario, Emilio Escobedo y Pascual Segura, Alejandro Fernando y Alfonso Milián. Sobre la Encíclica “Populorum Progressio” de Pablo VI se organizó una semana de charlas dadas por José Antonio Usán que causaron mucho impacto.

 

Incluso en verano acamparon un buen grupo de seminaristas venidos de Zaragoza dirigidos por el Rector del Seminario D. Agustín Flores. Eran los de 3º de Filosofía entre los cuales estaban Fernando Larrubia García, Manuel Liarte Guardia, Tomás Ortiz Arrese, y José Mª Rubio con el resto de compañeros.

 

Todas las noches en la plaza de la iglesia había fuego de campamento. Los mayores se quedaban admirados viendo cómo se expresaban aquellos jóvenes con plena libertad y soltura y viendo que sus propios hijos hacían lo mismo. Música, canciones chistes, breves representaciones teatrales. En definitiva constituían unas veladas muy gratas para todos.

En las escuelas, cerradas por vacaciones, tenían su centro de convivencia durante el día programando las actividades de la jornada. Charlas, debates, animaban a los jóvenes. Limpiaban caminos, acequias, cementerio, etc.

Los seminaristas daban catequesis a los niños y los sacaban de excursión al río, al Fortín de Sástago donde recordaban su historia, y al Monasterio de Rueda, que entonces estaba medio en ruinas y que era empleado como corral de un gran ganado de ovejas.

Los actos litúrgicos adquirían todo su esplendor. Fueron unas jornadas muy positivas.

A la hora de las despedidas hubo suspiros, lágrimas, y enamoramientos platónicos. Pero todo hizo que unos y otros se fortaleciesen en el conocimiento y dominio de sus personas. Durante largo tiempo siguieron comunicándose por correspondencia.

Fue una experiencia enriquecedora para todos.

Fue una “ventana al mundo” importante.

Recordemos que estamos en los años 1.964 - 1.968.

 

Para las fiestas patronales, un año, el amigo Carlos Tartaj que estaba de sacerdote Coadjutor en Andorra nos hizo el regalo de venir a Cinco Olivas con todo el Cuadro de Jota. Al frente iba el “Pastor de Andorra”, José Iranzo, famoso cantador de la Jota Aragonesa, y la bailadora María Jesús Cubero.

Constituyó una gran velada. José Iranzo nos regaló con una jota en inglés que solía cantar cuando salía de España en su gira artística por diferentes países y siempre que se lo pedían.

Escuchar por primera vez una jota en inglés fue extremadamente curioso. Carlos y yo nos mirábamos apretando los dientes pues el sonido de la jota en lengua anglosajona erizaba los dientes. Fue una experiencia muy curiosa. José Iranzo además de ser un gran jotero ha sido siempre una excelente persona.

 

Habíamos colocado un sistema de megafonía en la iglesia y colocamos altavoces en el campanario.

El micrófono nos permitía hablar con más intimidad y más cercanía.

Los altavoces de la torre hacían posible trasmitir música, y en ocasiones eran empleados para dar algunas noticias o avisos a las gentes.

 

Los sacerdotes Antonio Ramos desde Andorra, Alfonso Milián desde Azaila y yo desde Cinco Olivas, organizamos para la juventud tandas de Ejercicios Espirituales en la Ermita del Carmen de Híjar, Los Pueyos en Alcañíz, y “El Santo” en Aguarón.

 

Los jóvenes de distintos pueblos comenzaban a encontrase.

Desde Albalate del Arzobispo vinieron una temporada a hospedarse en mi casa buscando quizás una terapia a sus crisis emocionales, mi prima Carmen Ayuda Gómez, el joven seminarista Jesús Mari Félez Aranda, y de Sástago Pepito Albacar Bada. Entonces vivía conmigo mi hermana María.

Se acercaron por el pueblo otros jóvenes de otros pueblos atraídos por lo que “se decía”. Incluso algunos años llegaron de Barcelona jóvenes para pasar sus vacaciones de Semana Santa.

Los Ejercicios Espirituales fueron complementados con Semanas Culturales de Juventud, y Encuentros Festivos centrados en diversos pueblos según la ocasión. El recién estrenado Salón de Cine de Gelsa acogió a una gran concentración de jóvenes de toda la comarca.

Para todos se organizaban los entonces famosos Cursillos de Cristiandad dirigidos desde la Acción Católica en Zaragoza. Por ellos pasamos todos los que lo deseamos. Si tuviera que resumir su impacto diría que nos abrían al mundo y a la comprensión de un Jesús de Nazaret más cercano, más personal. “Otro modo de percibir a Dios era posible”.

 

Organizamos excursiones masivas en autobús  a Lourdes y a Santiago de Compostela. Comenzamos a convivir unos con otros fuera de nuestras casas, fuera de nuestros pueblos.

La de Lourdes fue multitudinaria a pesar de la poca costumbre que había entonces de salir de sus pueblos las gentes. Se incorporaron jóvenes conocidos de Zaragoza, de Nuez de Ebro, y de los pueblos limítrofes a Cinco Olivas.

Roberto Gracia Alcaine, sacerdote entonces del hermoso pueblecito de la montaña, Cerveruela, y compañero desde la infancia en el Seminario de Alcorisa, y al igual el compañero Domingo Laín Sanz que había llegado de realizar estudios en el Noviciado de los PP. Blancos en Gap (Fr) durante los años 1.961-1.962, colaboraron en la organización. El idioma francés aportado por Domingo nos sirvió mucho a la hora de encontrar alojamiento en los hoteles de Lourdes. Roberto trajo su extenso Botiquín de Primeros Auxilios ya que acostumbraba a tenerlo en Cerveruela ante los días que quedaban aislados en invierno por la nieve. Su acopio de medicamentos elementales, era un servicio extraordinario que hacía a las gentes de la montaña. La animación en el grupo por ambos fue muy aplaudida y recordada durante mucho tiempo. Igualmente fue generosa su dedicación a todos.

 

Y se presentó un problema. Parte de nuestros jóvenes en la época veraniega se irían a trabajar de empleados en los hoteles de la Costa Catalana. Los más conscientes de su situación, pues muchas veces no tenían tiempo ni para ir a misa o se encontraban muy cansados, nos pidieron ayuda.

Ante esa situación, llegamos a organizar lo que entonces se llamó Pastoral de Conjunto.

Lo hicimos especialmente en colaboración con las Diócesis de Barcelona y de Gerona.

Desde nuestros pueblos dimos el impulso los sacerdotes Alfonso Milián Sorríbas (Azaila), actualmente Obispo de Barbastro, Antonio Ramos Estáun (Andorra), Ángel Nogueras, trabajador en una mina “a cielo abierto” en su Parroquia Herrera de los Navarros, Gregorio Ciria, cura entonces de Monegrillo, desde hace muchos años  en México, y el que lo cuenta. Todos éramos de la Diócesis de Zaragoza.

Nos turnábamos por meses para vivir cerca de nuestros jóvenes empleados de hotel; además apoyábamos a las parroquias locales de la costa. Sus jornadas de trabajo superaban casi siempre los seis días en la semana. El cansancio, la desolación, el abandono de su religiosidad, era frecuente. Las anécdotas a contar serían interminables.

Por eso saber que tenían a “sus curas” cerca de ellos, era un alivio. Todos los días nos marcábamos el plan de visita a los trabajadores de los hoteles de acuerdo con sus ratos libres.

 

Llegué a hacer estudiar el Bachillerato Elemental a todos los chicos y chicas que quisieron hacerlo bajo la modalidad del Bachillerato RTV.

Modalidad nueva de hacer el bachillerato establecido por el Ministerio de Educación a mitad de los 60 para jóvenes del mundo rural donde no había Institutos de Enseñanza y para trabajadores. La Institución Fernando El Católico de la Diputación Provincial de Zaragoza nos proporcionaba libros de texto y material radiofónico adecuado.

Se estudiaba lo que entonces se llamaba Bachillerato Elemental que daba acceso por ejemplo al estudio de Magisterio y de Enfermería. Salieron alguna Maestra, y alguna Enfermera (ATS), Técnicos Mecánicos, e incluso un Licenciado en Filosofía.

Del primer curso se encargó D. Manuel Hernández, maestro del pueblo, puesto que los chicos estaban todavía en edad escolar. De los Cursos 2º, 3º y 4º me encargué yo mismo por la razón de que yo tenía más recientes los estudios y los alumnos ya habían dejado la escuela. Lo mismo ocurrió en Alborge.

Chicos y chicas que de no haber iniciado en el pueblo el bachiller no hubieran podido realizar más estudios. Los exámenes se hacían a final de curso en el Instituyo Goya para los chicos, y en Miguel Servet para las chicas, en Zaragoza.

 

Personalmente funcionaba a presión. Para despejar la cabeza aprovechaba para coger algodón en la huerta con los vecinos del pueblo. Ello me permitía además poder intimar con las familias. Por cierto que coger algodón en noviembre y diciembre envueltos en la niebla con la flor del algodón seca y punzante no era ningún pasatiempo. Los dedos te quedaban deshechos.

 

Estuve al corriente de la OPERACIÓN MOISÉS.

En 1966-1967 circuló una carta dirigida a los obispos españoles y al Nuncio en Madrid para la que se pedían firmas de sacerdotes representativos de todas las diócesis. La carta constaba de diez puntos sobre la base del Concilio y del Evangelio para que la jerarquía rompiera su estrecha relación política con el franquismo y revisara su propia historia pidiendo perdón por el pasado de la guerra civil, se independizase del Estado económicamente, y otros puntos. Con ocasión de esta carta hubo sacerdotes que renunciaron a la paga del Estado y se pusieron a trabajar.

 

Hice una colecta pública para ayudar económicamente a los trabajadores deportados por causa de la Huelga de Bandas en Bilbao que habían llegado a Zaragoza. La gente fue muy generosa.

La huelga de Bandas fue la más larga en el franquismo (del 30 -10- 1966 hasta el 20-05 -1967) por un problema de primas y ritmos de trabajo en Laminaciones de Bandas en Frío de Echevarri (Vizcaya). La solidaridad se extendió por toda España e incluso en el extranjero, desde los estudiantes universitarios hasta muchos sectores de la  Iglesia católica.

 

Todo eran actividades hacia los demás.

Pero, ¿qué pasaba mientras tanto dentro de mí?

La cercanía y el roce humano hicieron que me enamorase de una chica estupenda y ella se enamorase de mí. Yo tenía 28 años. Todo era limpio y hermoso y en el más estricto terreno afectivo. Ambos nos respetábamos mutuamente, y nos ayudábamos en cuanto personas.

Y es que la actividad semanal te mantenía distraído, pero llegaba el domingo por la tarde y yo me quedaba solo conmigo mismo. Escuchaba música, leía, rezaba, pero yo seguía solo. Me consolaba al final de la tarde la Paraliturgia que tenía costumbre de realizar con la mucha gente que acudía a la iglesia. Rezábamos parte del rosario (un misterio) para seguir la tradición, y el resto les decía que lo hicieran por su cuenta. Eliminábamos el rezo repetitivo y machacón, y el tiempo lo empleábamos para instruirnos en los acontecimientos más llamativos en el mundo. Era nuestra “ventana al mundo”. Resaltábamos primero los hechos negativos: robos, crímenes, atropellos, actos de egoísmo. Seguidamente los contrarrestábamos con hechos de generosidad y de altruismo hacia los demás. Hacíamos una breve exposición eucarística y dábamos la bendición a la gente con el Santísimo Sacramento.

Y nuevamente solo en casa.

La gente cenaba y se acostaba pronto porque al día siguiente había que madrugar.

Por mi parte a las 8´30 h. decía la misa, y a las nueve comenzaba las clases de Bachiller Elemental.

Mi dulce situación sentimental me producía inquietud e inseguridad. Rezaba, procuraba fortalecer mi voluntad con pequeñas y repetidas renuncias placenteras, y me sacrificaba con cilicios y disciplinas, procurando tener la mente siempre ocupada y sobre todo, me esforzaba por atender más y mejor a los demás. Pero yo seguía solo.

Acudí a los amigos íntimos Antonio Ramos y Alfonso Milián con quienes tenía una profunda amistad y una intensa actividad.

En aquella época el OPUS se presentaba como la mayor fraternidad para los sacerdotes. Vicente García Chus, sacerdote de la Obra, fue el gran amigo e íntimo consejero. Era una gran persona. Mi vida estaba comenzando al servicio de la sociedad y no quería que ello se acabara tan pronto.

La muchacha y yo fuimos madurando interiormente y encauzando nuestras vidas en el cometido que teníamos planteado. Ella comenzó a trabajar y yo seguí con un fuerte compromiso pastoral. Seguimos siendo íntimos amigos durante mucho tiempo. Ella jamás me dijo casémonos, y yo tampoco lo hice. Pero ambos sabíamos que nos queríamos profundamente, respetuosamente. Siempre nos mantuvimos en el más estricto respeto personal. Pero el amor nunca dejó de ser inmenso.

 

En general podríamos decir que el placer es objetivo inmediato en el hombre, y el afecto el objetivo de la mujer. Y aunque ambas cosas se dan en ambos sexos, al menos de entrada, se dan en proporciones distintas. Podríamos decir que el equilibrio en ambos campos es la maduración para los dos. Cabría decir que se dan personas con actitudes que podríamos llamar psicosexuales (equilibrio de placer y afecto), y personas que se sienten acentuadas por sólo el placer o por sólo el afecto.

Primero ser amigos, después lo que acuerden mutuamente. La cama llegará a ser una consecuencia, y a su vez la cama debería fortalecer la amistad, en definitiva el amor. Así se expresa el teólogo José Ignacio González Faus en un trabajo publicado en Noticias Obreras, nº 1.475 del 1 al 15 de Marzo de 2.009. Edita HOAC.

Hoy en día es más fácil “desnudar el cuerpo que desnudar el alma”. Nosotros desnudamos el alma, pero jamás desnudamos el cuerpo.

El paso al matrimonio nunca llegó a madurar de hecho, aunque posiblemente lo deseábamos los dos. Pero éramos jóvenes y había otras cosas que hacer. Y en lo que a mí me concierne se irá viendo en el transcurrir de mi vida. Por lo que más adelante habrá que seguir hablando de este tema.

En todo caso el amor hay que hacerlo no solo con el cuerpo, sino con todo nuestro ser. La sexualidad no debe ser masculinizada, en el sentido de “aquí te pillo aquí te cazo”, como dice J. I. González Faus.

El catalán P. Ladislau D´Easo en su Cançons Espirituals “¿Qué saps tu de l´Amor”?, decía “el amor no es una “jugina”, el amor es cosa divina”.

González Faus seguirá diciendo “desde una sensibilidad masculina la sexualidad evoca sobre todo el placer; mientras que, desde una sensibilidad femenina evoca preferentemente el afecto”.

Más o menos esto era lo que yo pensaba en aquellos momentos. Por eso seguiríamos avanzando en el quehacer de nuestros planteamientos. Todo esto puede explicar mi situación anímica de entonces. Pero a pesar de todo yo terminaba estando solo, estaba inquieto y me sentía frágil y vulnerable.

Tema que seguiremos abordando más adelante, ya que por otra parte será de obligado cumplimiento, puesto que nuestra vida dará muchas vueltas a lo largo de los años.     

 

Era corriente de opinión avanzada entonces que los sacerdotes no deberían permanecer más de cinco años en la misma parroquia. Se evitaba de ese modo el apego a la parroquia, y a creerse uno mismo propietario de la misma. La idea era pasar de la visión de iglesias locales a la visión de Iglesia Universal. Era ampliar el escenario del pueblo al escenario del mundo. Cáritas, por ejemplo, comenzaba a salir del ámbito parroquial y atendía a las gentes de una manera global y aconfesional.

Recordar aquí al sacerdote Mariano García Cerrada, es reconocer su gran contribución al cambio dentro de la organización caritativa de la Diócesis de Zaragoza, por otra parte cambio deseado por el Concilio Vaticano II.

Además el sacerdote que quería entregarse totalmente a su parroquia en cinco años podía dar de sí todo lo que le fuera posible. A partir de ahí era conveniente dejar paso a otro sacerdote que ampliase ideas y objetivos. De esta manera quienes saldrían ganando serían las propias gentes. Eran ideas nacidas al calor del Concilio. “La Iglesia al servicio de las gentes”. Nunca en sentido contrario.

Es por esto que me planteé en la primavera del 68 salir del pueblo e ir de sacerdote como capellán de emigrantes a Francia. En mi caso era como una obligación. Mis padres habían sido emigrantes y yo había experimentado lo mismo durante las vacaciones del seminario.

Lo expuse al Arzobispo Pedro Cantero y Cuadrado quien me aceptó la idea. Preparamos mi estancia en Madrid en el Colegio para Capellanes de Emigrantes ubicado en el Gran San Blas, a partir de septiembre, y para hacer los estudios correspondientes preparatorios al nuevo campo de pastoral misionera con los emigrantes españoles que salían especialmente hacia Francia y Alemania.

 

En el mes de agosto de 1.968 me despedí de mis feligreses. Antes había dejado preparado y concretado, para todos los estudiantes del Bachiller Elemental, el lugar y la manera donde proseguir los estudios de acuerdo con las posibilidades de sus padres.

 

El Consiliario de la HOAC entonces Gregorio Forniés me invitó al Cursillo de Iniciación a la misma. Se desarrolló en una casa de campo en Peñalba, propiedad de la familia María Jesús Pomar.

Me impactó fuertemente. Descubrí un mundo, el de la clase trabajadora, para mí totalmente desconocido. El mundo rural era otra cosa. La franqueza, la familiaridad, y las expresiones verbales y de camaradería de los compañeros de convivencia, además del respeto mutuo estando compuesto por hombres y mujeres hacían que el afecto de sentimientos fuese moneda común y corriente.

El que dirigía el cursillo era el compañero Norberto Moreno, un hombre convertido al cristianismo desde una vida superficial y mundana. Pero nos hizo vivir el Evangelio y la preocupación por el mundo obrero.

Jesús de Nazaret y los hombres trabajadores eran los dos polos que nos orientarían para siempre. Al mismo tiempo descubrí otro Dios, otra forma de ver a Dios. Pero ello será el trasfondo de una segunda parte que compondrá la totalidad de mi relato “El Dios de mi pequeña historia”.

 

Laureano Molina Gómez.

Zaragoza a 5 de marzo de 2.009.

(Final de la 1ª parte).

 

 

 

 

 

 

 

 

 “EL DIOS DE MI PEQUEÑA HISTORIA”:

Parte 2ª.

(Por desarrollar)

 

EL DIOS DE LA HOAC Y DE LOS MILITANTES DE LA ZYX.

El IAPLA en Madrid.

Mi rebelión.

El IAPLA versus la ZYX.  

Cursillos de la HOAC-ZYX.

Cura obrero - Camioneros.

Lucha por la democracia.

 

EL DIOS DE LOS DISCAPACITADOS PSÍQUICOS (ATADES).

Etapa expansiva y familiar.

Los compañeros.

Los dirigentes de ATADES.

Transición política.

Secularización. ¿Por qué?

Matrimonio, ¿por qué?, ¿para qué?

Dios, ATADES, defensa de los discapacitados.

 

DEL DIOS ACTUAL AL DIOS DEL FUTURO.

Visión personal sobre Dios.

Visión personal sobre el mundo.

“Nunca más servir a señor que se me pueda morir”.

PCA - IU - Sindicalismo - Herederos de la HOAC-ZYX

El Dios de mi familia.

¿Qué espero de Dios?

¿Qué puedo esperar de la Iglesia?

¿Catolicismo frente al evangelio?

El neoliberalismo contra el humanismo cristiano.

En un mundo global.