Los rusos y la guerra
de Israel contra Líbano
Por Eliseo
Bayo
Según los rusos la triple alianza de Israel, Estados Unidos y Gran
Bretaña han fracasado en su intento de llevar la guerra al Oriente Medio. Pero
la amenaza de extender el conflicto a Siria y a Irán no ha desaparecido
El general coronel L.G. Ivashov, vicepresidente de la Academia de
Estudios Geopolíticos, se expresó largamente sobre el conflicto en un artículo
aparecido en la página web de la Agencia de Información y Análisis sobre
Marketing y Consulting. Su primera andanada fue
decir que pocas personas
en el mundo creen que la causa del conflicto hay que buscarlo en el secuestro de
dos soldados israelíes por Hizbolláh y en el consiguiente intento de liberarlos
por parte del ejército israelí. Muy al contrario, dice el general ruso, la
operación del ejército israelí fue planeada antes y su propósito, que es
múltiple, va más allá de la operación y del resultado deseado. Israel no se
habría embarcado en una operación de gran escala sin el permiso y la protección
de Washington. El tercero con intereses en la operación es el Reino Unido,
especialmente Blair y su gente, aliados leales de los americanos, aparecen como
principales implicados en el juego político de Oriente Medio.
El ex primer ministro Evgeni Primakov, un verdadero
experto en temas de Oriente Medio desde que estuvo allí en la década de los
sesenta, sostuvo en Izvestia, el 31 de Julio, que la ofensiva contra el Líbano
podría ser una cobertura del ejército israelí para golpear a Irán y a
Siria.
Los ingleses y los norteamericanos fueron instrumento de
un poder en la sombra, según los rusos. En opinión de Ivashov el principal
instigador es la oligarquía financiera mundial que trabaja sin descanso para
lograr en su propio beneficio un cambio drástico en la política, la economía y
la organización social de la comunidad internacional. Se puede discernir los
siguientes objetivos buscados: el hundimiento de sistema de relaciones
internacionales que han regido el mundo desde la Paz de Westfalia en 1649 y
desde la Conferencia de Postdam de 1945; la devaluación de las normas y
principios de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, y el
descrédito de ésta; la creación de las condiciones para atacar a Irán, con el
objetivo de apoderarse de sus yacimientos de petróleo y de gas natural, y el
establecimiento del control de sus rutas de transporte (gasoductos, oleoductos).
Estos objetivos pretenden modificar por la fuerza el mapa del Oriente Medio y
adaptarlo a sus intereses.
Entre otros
objetivos más particulares el general ruso señala que se buscó cancelar los planes que
estaban en marcha para transformar el Líbano en una zona estable económica y
financiera en Oriente Medio. Los Estados Unidos (el capital industrial y militar
en el poder) intentan lograr un número de objetivos particulares: fortalecer su
posición como gendarme mundial, de acuerdo con el rol de las fuerzas armadas
para afrontar problemas internacionales; avanzar en la provocación de preparar
el ataque contra Irán e iniciar el camino para que los Estados Unidos
substituyan al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; preparar a la
opinión americana para otras aventuras militares, distrayéndola de los problemas
en Irak y en Afganistán.
Por su parte, Gran
Bretaña tiene interés en aumentar su influencia en las zonas tradicionales de la
actividad política británica, al mismo tiempo que trata de arrojar a Francia del
Oriente Medio. Israel ha incrementado su rol de unidad de choque al servicio de
la elite financiera mundial, al mismo tiempo que reclama su status de “Estado
intocable”. Según el general ruso, los objetivos actuales de Israel se centran
en mantener constantemente la inestabilidad en los países árabes vecinos como
condición para su supervivencia; en eliminar la capacidad militar de los Estados
y movimientos hostiles a Tel Aviv; en provocar choques y fricciones entre
facciones árabes e islámicas; en desviar la atención de la población israelí de
los problemas domésticos a las operaciones militares para fortalecer el régimen
de Olmert; en destruir y desacreditar los movimientos radicales islamistas que
están ganado fuerza política, como Hamás y Hizbulláh; en fortalecer los lazos
políticos entre Israel y los Estados Unidos; en satisfacer las demandas de los
militares israelíes que exigen aumentar los gastos en defensa y fortalecer la
posición del ejército israelí en el seno de la sociedad
israelí.
Según el general Ivashov, el creciente entendimiento
entre la sociedad libanesa y el movimiento Hizbolláh y en su conjunto con el
gobierno de Líbano produjo en los dirigentes militares israelíes una “compulsiva
necesidad” de actuar en gran escala contra Líbano. Según el militar ruso la
sociedad libanesa y su gobierno habían alcanzado un consenso en la liberación
del territorio ocupado por Israel en el Sur del Líbano (Shabba), en la
liberación de cientos de libaneses presos en las cárceles israelíes y en la
humillación del agresor israelí.
En el contexto de los dramáticos acontecimientos del
Oriente Medio la prensa
internacional, incluida la rusa, ha mencionado a Siria y a Irán como partes
interesadas en el desencadenamiento de la agresión militar israelí contra
Líbano. Supuestamente Irán desea apartar la atención sobre su propio programa
nuclear y la entrega del dossier nuclear iraní al Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas. Supuestamente también Siria espera que se le exima del castigo
por la muerte de R. Hariri. El general Ivashov aduce que, además de Líbano, Irán
y Siria tienen más interés que nadie en que se mantenga la estabilidad y la paz
en Oriente Medio. Ambos países han sido señalados por los líderes militares
israelíes como sus objetivos y
tienen una evaluación realista (mejor que Saddam Hussein) de la correlación de
fuerzas y de las consecuencias de posibles ataques militares contra Teherán y
Damasco. Mientras que una operación terrestre todavía no es una amenaza para
Irán, lo es muy real para Siria. La política exterior de ambos países ha sido
muy cauta y cuidadosa en los últimos tiempos. No hay duda de que Teherán y
Damasco apoyan a Hizbolláh como línea de frente para contener a Israel y como
rama poderosa shiita-alauita del Islam, por lo que no les conviene que Hizbollah
quede sometido por la poderosa fuerza militar israelí. Durante la agresión
israelí ambos países tuvieron buen cuidado de demostrar que habían restringido
la ayuda militar a las unidades armadas de Hizbolláh.
A los Estados Unidos, a Gran Bretaña y a Israel les
conviene presentar a Hizbolláh ante la comunidad mundial como organización
terrorista a fin de legitimar la
agresión israelí y justificar la lucha contra el llamado terrorismo
internacional. El general Ivashov describe los orígenes de Hizbolláh hasta
convertirse en la fuerza política y militar que ha conseguido parar los pies al
poderoso ejército israelí. La organización ha fortalecido sus posiciones no sólo
dentro de Líbano sino a lo largo de todo el frente contra Israel. Ha probado su
resistencia bajo el fuego de fuerzas superiores, se ha visto envuelta en tres
tipos de combate: en tierra, en mar y en el aire (por primera vez en la historia
de los conflictos entre Líbano e Israel), y por primera vez ha logrado infligir
daños palpables al enemigo.
Por el contrario, Israel ha fracasado a la hora de
demostrar su superior potencia militar, de defender a su población de los
ataques de misiles y de romper la resistencia de Hizbolláh. Su único éxito ha
consistido en destruir estructuras vitales para la población, algunos centros
administrativos, viviendas civiles y la débil infraestructura del ejército
libanés. Es decir, su principal éxito lo ha logrado Israel en contra de la
población y de objetivos civiles. Junto a los Estados Unidos, Israel ha
conseguido poner fuera de juego al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
convirtiéndolo en un refugio para su política agresiva.
Según el general ruso, la reciente guerra no ha
consolidado al mundo islámico y árabe, ni lo ha dividido irremediablemente. Los musulmanes se solidarizaron con
Líbano, pero escucharon el llamamiento del líder espiritual de los wahhabitas,
el jeque Abdullah Bin- Jubreen, para que no apoyaran a los shiitas libaneses ni
a Hizbolláh, y que no rezaran por su victoria.
Ni los Estados Unidos ni Israel lograron crear
condiciones para atacar Irán. Argumentos como “Irán ayuda a Hizbolláh” no
consiguieron el apoyo de la opinión pública seria en los Estados Unidos, ni
muchos menos de la internacional. Más aún los Estados Unidos recibieron del
gobierno libanés un serio bofetón en la cara al negarse aquél a recibir en
Beirut a la Secretaria de Estado C. Rice.
Israel no logró derribar al gobierno de Hamás en
Palestina, mientras que la operación contra los palestinos y los libaneses no
obtuvo la solidaridad de parte de la población israelí con el gobierno de E.
Olmert. Si el conflicto armado continúa, los problemas de los refugiados
israelíes, la muerte de civiles y el prolongado alojamiento en campos y en
búnkeres podrían llevar a una explosión dentro de Israel.
Eliseo Bayo