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Arturo Bosque

PARA VIVIR LA SEMANA SANTA Por JOSE-Mª ALCOBER

        Durante estos días vamos a contemplar y acompañar a Cristo en su camino hacia le Resurrección: Dándose totalmente y dando su propia vida, Cristo camina hacia su Plenitud de Vida, hacia su Resurrección... a través su pasión y muerte.

        Permitidme proponeros tres pistas para que les meditéis personalmente :

 

1) Acompañado y contemplando a Cristo durante estos días, no miremos sólo hacia el pasado... Al contrario: Miremos a nuestro mundo de hoy.... Y, en ese Cristo sufriente que acompañamos, intentemos reconocer a todos los que sufren en este mundo. En ese Cristo que sufre, fracasado, torturado, insultado, injustamente tratado y maltratado, humillado, abandonado de todos, asesinado; en ese Cristo aparentemente abandonado incluso por Dios;... en ese Cristo podemos reconocernos a nosotros mismos, y podemos reconocer a todos los que sufren en este mundo, sea cual sea su sufrimiento: físico o psicológico, enfermedades o depresión, accidente o injusticia... El Jesús de la pasión es la imagen de cada uno de nosotros; la imagen de todos los que sufren, los asesinados, los enfermos, los hambrientos, los despreciados, los abandonados, los injustamente tratados... Pilatos lo presentaba diciendo: "Ecce Homo": "He aquí al Hombre", al ser humano, tal como este mundo de pecado, injusto y cruel, lo ha dejado,... tan diferente del ser humano tal cual Dios lo quiere a su imagen y semejanza...

Y cuando nos conmovamos ante Cristo Crucificado y ante su Madre Dolorosa, dejémonos conmover por tantos crucificados como hay en el mundo de hoy y por tantas madres dolorosas... No olvidemos que ese Cristo que sacamos en procesión es el que nos dijo: “Tuve hambre y me disteis de comer... Y lo que hacéis a mis hermanos los hombres, a mí me lo hacéis”... No tiene sentido compadecerse de Cristo Crucificado y de su Madre Dolorosa, si no nos compadecemos de los crucificados y sufrientes de hoy.

 

2) Acompañando y contemplando a Cristo durante estos días, intentemos también caer en la cuenta de una cosa importantísima que se nos revela ahí : Que Dios no es una especie de "Ser Supremo", que nos mira desde "allá arriba". No nos mira desde allá arriba; sino que, en Cristo, Dios comparte nuestra vida real, con todo su cortejo de sufrimientos y dolores... Y esto significa que, en nuestro vivir de cada día, Dios está con nosotros; y nos acompaña a cada uno de nosotros, en todas las situaciones y en todos los trances en los que la vida nos va poniendo... El Padre Dios no quiere ni los sufrimientos ni la muerte de sus hijos: ni la de Cristo ni la nuestra. Lo que el Padre Dios quiere, su voluntad, es llevarnos a nuestra plena realización y a nuestra total felicidad... Y por eso, en Cristo, Dios viene a compartir y a sufrir en sus propias carnes nuestros sufrimientos, nuestros fracasos, nuestras “muertes” de todo tipo... Y las comparte, no para "sacralizarlas", sino para superarlas y vencerlas desde dentro...

Así que, cuando yo sufro, cuando estoy enfermo, cuando tengo una pena, una desgracia o un fracaso, cuando yo muero,... ¡no estoy sólo!... Y no es Dios quien me envía este sufrimiento, ni es él el que me está castigando por algún mal que yo habría hecho... Lo que me pasa, me pasa  porque la vida es así y que así somos los hombres... En ese trance en el que la vida me ha puesto, Dios tampoco me está mirando indiferente desde un “allá arriba” lejano. Al contrario: En Cristo muerto y resucitado se me revela que lo que Dios hace es estar conmigo, compartiendo mi sufrir, sufriendo conmigo; y que Dios está luchando conmigo para hacerme vivir, incluso en esa situación dolorosa; y hacerme vivir plena y totalmente, como Cristo y en Cristo... En todas mis “muertes” y a pesar de todas mis “muertes” el Padre Dios está conmigo, intentando “resucitarme” de todas mis "muertes", sean del tipo que sean.

 

3) Acompañando y contemplando a Cristo durante estos días, no olvidemos pues que el Dios que se nos revela en Cristo muerto y resucitado es el Dios Resucitador, el Dios de la Vida... Lo verdaderamente importante y lo que realmente celebramos estos días, no son los sufrimientos de Cristo, ni su muerte. Sino su Resurrección, venciendo los sufrimientos y la misma muerte... Dios no quiere la muerte, sino la vida, la plenitud, la felicidad de cada persona humana... Para llevarnos a esa Plenitud de Vida y de Felicidad, para llevarnos a Vivir Plenamente, para eso se ha hecho hombre Dios... Y asumiendo nuestra propia vida con todo su cortejo de “muertes”, Cristo, desde dentro, nos está llevando ya a la Vida... El Cristo Crucificado es – digámoslo así – “ Cristo en Proceso de Resurrección”.... Y en él, nos descubrimos a nosotros mismos: también nosotros y el mundo estamos en proceso de resurrección; en nuestras propias “muertes”, el Padre Dios nos está ya resucitando progresivamente... Así que en ese Cristo Crucificado intentemos contemplar ya en filigrana al Cristo de Pascua : Plenamente Vivo, triunfador sobre la muerte, glorioso, alegre, brillante de toda la gloria del Padre ... De ese Cristo también se puede decir: “Ecce Homo”: este es el hombre y la mujer, tal como Dios los quiere... Este somos nosotros, cada uno de nosotros, tal cual Dios nos quiere, tal cual Dios nos está haciendo. Tal como Dios nos está haciendo llegar a ser, por la acción del Espíritu en nosotros. (ver II Cor 3,18; Col 3,3-4)... Este es también el universo entero, que Dios está transformando (como dice Rm.8,18 y s.), hasta que llegue a ser esos cielos nuevos y esa tierra nueva de que nos habla el Ap 21.

 

        A hacer que ese mundo nuevo y esos hombres nuevos vayan siendo realidad ya en este mundo nuestro, a hacer crecer y florecer Vida en nosotros y en las personas que tenemos a nuestro alrededor, a eso es a lo que nos compromete nuestro acompañar y contemplar a Cristo durante estos días.

   ¡A Vivir de verdad y con mayúscula; y a hacer Vivir a los que tenemos a nuestro alrededor!, que ¡Cristo está Resucitado y es capaz de hacernos Vivir Plenamente como él!

 

 

                                                        JOSE-Mª ALCOBER