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Arturo Bosque

Recordando a Domingo Laín Por José Mª Alcober, Gonzalo Borrás, Laureano Molina

 

Martes, 12 de septiembre de 2006 19:38
Hola todos.
    Estoy de nuevo en Sevilla por unos días. Leo SUBPORTICA : nietos, reportajes fotográficos, algún que otro accidente (espero que vaya mejorando la cosa), artículos de actualidad y de fondo... Gracias a todos por todo.
    Hace unas semanas recibí una carta de Dn. Santiago Sancho (que no creo conocer), quien, según me dice, está escribiendo una biografía de Domingo Laín. Me pedía que le comunicara mis recuerdos sobre su paso por los Misioneros de África Padres Blancos, ya que no tenía nada sobre esa etapa de su vida. Así que he intentado escribir unas líneas para mandárselas. Por si a alguno os interesa, os mando también a vosotros en adjunto lo que he recordado y escrito sobre mi relación con Domingo en esa época, y sobre los motivos por los que no siguió con los Padres Blancos (esa era la pregrunta que me hacía Dn Santiago).
    Vosotros os vais de excursión. ¡Qué envidia me dais!. Pero como ya os dije, me va a ser imposible subir, ya que toda esa semana estaré en Marchena con otros compromisos... Bebed un buen trago de vino del Somontano a mi salud.
    Un abrazo a todos. Sed felices y que lo paséis bien.
 
                José María Alcober
 

Estimado Don Santiago.

 

Como le anunciaba en un correo anterior (que supongo recibiría), ya estoy de vuelta en Sevilla. Así que le voy a poder contar lo que recuerdo de Domingo Laín en su relación con los Misioneros de África Padres Blancos.

     Sí; en nuestros tiempos de estudiantes en el Seminario de Zaragoza Domingo y yo fuimos muy buenos amigos. Creo incluso poder decir que, en nuestros años de filosofía, fue mi mejor amigo. Durante las vacaciones él estuvo varias veces en mi pueblo (Valdeltormo) y yo estuve en el suyo (Paniza). En el seminario estábamos en el mismo equipo (algo así como un equipo de “revisión de vida”).

     Coincidíamos en muchas cosas. Por ejemplo, un profundo entusiasmo por la persona de Cristo. Recuerdo a Domingo como un gran enamorado de Cristo. Apasionado... Coincidíamos también en una insatisfacción con la realidad eclesial y social en la que vivíamos aquellos años. Queríamos y buscábamos un cristianismo más auténtico, más radicalmente evangélico, más vivo, y más comprometido en la vida... Desde nuestra amistad con la persona de Cristo, tanto Domingo como yo compartíamos una preocupación por los más olvidados de otros continentes. Yo había pensado en lo que entonces llamábamos “las misiones” desde mis primeros años de seminario; pero ese fuego misionero había quizás disminuido un poco  con las “filosofías” que nos ocupaban. La amistad con Domingo contribuyó a avivarlo.

     Pero había también diferencias entre Domingo y yo. Creo que él era más “rompedor” que yo... Quizás por eso él se podría encontrar más en su salsa en América Latina que en África, mucho menos “socialmente revolucionaria”, y más centrada en la “descolonización” (esperando que esa descolonización conllevaría ese cambio en la justicia social;... lo cual, de hecho y por desgracia, no ha sido así... Pero este es otro tema).

     A finales de nuestros años de filosofía (quizás en 1959) creamos en el seminario el “Grupo África”, en el que estábamos, entre otros, Domingo y yo. (Había otro “Grupo América”; pero, en aquel momento, Domingo optó por el de África). En ese grupo procurábamos informarnos sobre África, e intentábamos informar al resto de los seminaristas sobre los problemas africanos.

     Varios del grupo (entre otros, Domingo y yo), estábamos dispuestos a ir a África. Pero ni Domingo ni yo queríamos ingresar en una orden religiosa, aunque fuera misionera. No queríamos ser “frailes” – como decíamos entre nosotros. Queríamos seguir siendo sacerdotes diocesanos, porque juzgábamos que estaban más cerca de la gente. Las estructuras de una “orden religiosa” nos parecían (con razón o sin ella) ser barreras que limitarían, por una parte, nuestra inserción en la vida de la gente; y por otra, el servicio a la Iglesia como tal: no queríamos servir los intereses de una “orden religiosa”, sino los de la Iglesia... De esos temas hablábamos muchas veces Domingo y yo.

     Hablamos de todo ello con el Sr. Arzobispo, que en aquellos momentos era Don Casimiro Morcillo. En acuerdo con él queríamos ir a trabajar a las órdenes de un Obispo africano, siguiendo incardinados en Zaragoza. Pensamos incluso ir a terminar los estudios de teología en un seminario de África, para formarnos ya en una perspectiva más africana. El Sr. Arzobispo estaba totalmente de acuerdo con eso; y empezamos incluso a tomar contacto con algún Obispo de África (en Rwanda y en el Congo concretamente).

     Pero, en un momento dado, Domingo empezó a dudar... Me dijo también que su familia (y creo recordar –aunque de esto no estoy del todo seguro- que en particular alguno de sus hermanos) se oponía a esa “aventura”... El hecho es que Domingo, siguiendo en el Grupo África, no acababa de decidirse.

     En enero o febrero de 1960, tres compañeros (Porta, Ciria, y yo) le escribimos al Sr. Arzobispo, diciéndole que estamos dispuestos a marcharnos el curso siguiente a África, a estudiar en un seminario africano... Él está de acuerdo con nosotros y nos apoya; pero no da el paso.

     Hacia el mes de marzo el Arzobispo nos llama de nuevo, y nos comunica que en su visita “ad límina” a Roma ha consultado nuestro proyecto con lo que entonces era “Propaganda Fide”; y que este Dicasterio romano no es favorable a ese proyecto. Así que el Arzobispo nos invita a buscar otros cauces, si es que queremos ir a África.

     Al final de ese curso, José Mª Porta y yo decidimos entrar en los Misioneros de África Padres Blancos. Si elegimos los Padre Blancos fue, en gran parte y en línea con lo que he explicado en los párrafos anteriores, porque no son “religiosos” en sentido estricto. (Junto con nosotros vino también otro compañero del seminario, un poco mayor y que ya era sacerdote: Alfonso Continente). En el mes de agosto de 1960 fuimos a Francia para empezar nuestra formación misionera, que yo continuaría luego en Bélgica.

     Al año siguiente (1961) también Domingo se decidió a ir a los Padres Blancos, y en agosto fue a hacer el noviciado en Gap (Francia)... Entonces yo ya estaba en Bélgica, continuando mis estudios de teología; con lo cual yo ya no conviví nunca más con Domingo, aunque nos seguimos escribiendo algunas cartas.

     Por lo que yo sé, Domingo apreció y aprovechó mucho la formación del noviciado, en particular la formación espiritual y la formación bíblica. Por lo que sé por algunos compañeros que convivieron con él en esa época de noviciado, Domingo dejó muy buen recuerdo, tanto en sus compañeros como en sus formadores.

     Pero a final de curso, decidió regresar a Zaragoza.

     ¿Porqué no continuó con los Padres Blancos?

     Por lo que yo sé, creo que el motivo principal fue el siguiente = Los Padres Blancos no son “religiosos” en el sentido canónico de la palabra, sino “sociedad apostólica de vida común”. Una vez enviados a una diócesis africana, en todo lo que es el trabajo pastoral, trabajan a las órdenes del Obispo local, y todas sus “obras” (parroquias, colegios, hospitales, etc. etc.) no las guardan como suyas o del instituto, sino de la Diócesis africana. Esto era algo que respondía a nuestras aspiraciones, tanto de Domingo como mías... Pero los Padres Blancos tienen como norma esencial el vivir y trabajar siempre en equipo (equipo o comunidad de al menos 3 personas)... Desde un cierto idealismo y desconocedor de la realidad africana de la época, Domingo consideró que esa “estructura comunitaria” podía ser un impedimento para insertarse y compartir plenamente la vida de la gente. (Recordar lo que he explicado un poco más arriba de nuestro ideal cuando estábamos en Zaragoza). Creo que ese fue el motivo por el que no continuó con los Padres Blancos.

     Por desgracia, no conservo ninguna de las cartas que intercambiamos en aquella época, y con las que documentar esto. Pero por lo que yo sé y recuerdo creo sinceramente que ese aspecto fue decisivo.

     Lejos uno de otro, mis contactos con Domingo se fueron reduciendo. Recuerdo que nos seguimos escribiendo; incluso que le procuré algunos libros en francés sobre Biblia y Teología (teóricamente más avanzado que lo que se publicaba en España por aquel entonces). Domingo tenía muchos deseos de saber.

     Yo me fui a África en 1965. La distancia y la dificultad de las comunicaciones en aquella época hicieron que al final perdiera todo contacto con Domingo.

     Hoy, tantos años después, con historias parecidas en algunos aspectos, diferentes en otros, pero en fidelidad a los mismos ideales juveniles que vivimos juntos, lo sigo considerando como uno de mis mejores amigos.

 

     Bueno, espero que estos datos y estos recuerdos le ayuden a llenar el hueco sobre ese aspecto y esa etapa de la vida de Domingo, que según lo que me decía en su carta, es la época sobre la que tiene menos documentación y sobre la que me pedía que le comunicara lo que yo sé. Cuando aparezca el libro que prepara sobre Domingo, espero que me avise. Lo leeré con verdadero interés.

     Dígame también, por favor, si ha recibido este correo. Si no recibo noticias, dentro de unos días intentaré mandárselo por el correo ordinario. Y gracias por recoger documentación y escribir sobre Domingo. Sus amigos aprovecharemos de sus investigaciones y leeremos con gusto su libro.

     Le saluda afectuosamente

        

                   José María Alcober

 

Miércoles, 13 de septiembre de 2006 16:52

Querido José María Alcober: He leído tu excepcional testimonio sobre Domingo Laín para don Santiago Sancho, que te agradezco. A mi también me solicitó el autor un testimonio personal y le dije que era mejor que recurriese a personas como tú, que lo habían conocido bien en algún momento de su vida. Yo recuerdo a Laín con mucho cariño y siempre me viene a las mientes la anécdota de Laureano, que supongo se acordará. En cuanto a tí, tu padre, tu familia y tu cerezo de Valdeltormo eran en nuestros años de seminaristas de Valdealgorfa una referencia paradisiaca, Siempre os he admirado a tí, a Laín y a otros compañeros que os fuisteis por el mundo, por vuestro arrojo, por vuestra valentía y por vuestro espíritu de aventura, que yo nunca he tenido. Gracias por todo eso y un fuerte abrazo. Gonzalo M.

miércoles, 13 de septiembre de 2006 22:29

Un día recibí una llamada de teléfono de un señor que me decía que había leído mis memorias en SUBPORTICA y que al ver que yo hablaba de Domingo Laín, tenía interés por tener una entrevista conmigo. Un día estuvimos más de dos horas hablando de Domingo y de nuestra vida en el seminario. Tomó abundantes notas. Me dijo que quería escribir un libro sobre Laín. Que ya que sobre Manuel Pérez estaban escritos ya dos libros, Domingo se merecía uno al menos.
El libro lo tiene ya casi terminado a falta de redondearlo con algo más de información. Me dijo que Gonzalo le había respondido de la manera que nos cuenta. Quería hablar con más gente. Sobre su trabajo como coadjutor en Teuste, le dije que hablara con José Sebastián, que fué su párroco.
Tenía mucha información recopilada. Quiso hablar con Feli la mujer que fué de su hermano José. Cosa que lo hizo abundantemente. Recuerdo que Feli le quería muchísimo. Lo sé porque estuve en su casa muchas veces, pues vivía junto a la iglesia de la Química, y yo ayudaba a la parroquia. Canté misa allí.
Por cierto que tengo una vecina, Menchu, de Tauste, y que era de las jóvenes predilectas de Domingo. Estas son sus plabras cuando le pregunté en el mes de julio: "Domingo era una persona encantadora. No tenía nada propio, todo era de los demás, estaba a total disposición de la gente, y la gente "se lo comía". Hizo un buen trabajo con la juventud taustana. Cuando se despidió le ragalamos un buen reloj para que consevara un recuerdo nuestro. Al día siguiente ya lo había dado a otra persona que él pensaba que se lo merecía más. Nos costó mucho aceptar su partida".
Yo pensaba informaros sobre el tema el día 23 próximo, pero la intervención de Alcober me lleva a adelantar algo la información que tengo.
SANTIAGO SANCHO VALLESTÍN es natural de Paniza, primo de nuestro compañero José Sancho, y amigo de Domingo. Es Maestro, estuvo en Murero de Maestro, en la Escuela Profesional de San Valero y su plaza era en el colegio público "Rosa Arjó" de Zaragoza, donde se jubiló hace un par de años. Me dedicó dos libros que tiene escritos: "Siempre en el corazón" (sus memorias como niño después de la Guerra Civil), y "Naturaleza sentida, Sentida naturaleza" (Poemas para niños y mayores). Es una gozada leerlos. Escribe divinamente. Es un poeta, y como tal de una sensibilidad extraordinaria. Espero el libro sobre Laín con auténtica ansiedad. Creo que nos va a sorprender.
El problema es que a final de agosto tuvo un infarto de corazón y ha estado hospitalizado hasta hace muy poco. Quizás sea esa la razón por la que no te ha contestado todavía, Alcober. Se va reponiendo. Pero el libro no lo terminará hasta que no esté del todo bien.
José Mª., me ha gustado lo que tú dices sobre Laín. En el fondo coíncidimos, Varían las anécdotas por las distintas circunstancias, pero el "alma" de Domingo es esa.
En fin, ya hablaremos más. Estaremos todos al corriente del acontecimiento.
Un abrazo.
Laureano.
 
jueves, 14 de septiembre de 2006 11:07
Querido José María: Muy bien por todos tus recuerdos y precisiones sobre Valdeltormo y la carpintería de tu padre, incluídas las correcciones sobre la cogorza de Arturo. Coinciden con los míos. La famosa anécdota de Laureano en la habitación de Laín en el Seminario, prefiero que la cuenta Laureano, que además tiene mucha gracia contando estas cosas. Hemos destapado la olla de la memoria y ya nos nos pueden detener. Un fuerte abrazo a todos. Gonzalo M.
jueves, 14 de septiembre de 2006 14:32
Era una costumbre nuestra que, terminado un examen (final de curso), había que borrar todo para dejar paso a la materia de otro exámen. En mi cabeza no cabía todo a la vez. La forma de esta "inmersión bautismal" era jugar un paertido de futbol o de baloncesto y además, y a poder ser un buen baño en nuestra piscina. Recordáis el trabajo que nos costó hacer el vaciado para realizar la piscina? El primer metro de tierra se hacía bien a pico y pala, pero después salia puro mallacán. Por lo que hubo qye echar mano de la dinamita. Vía de la Hispanidad la cortábamos nosotros mismos para evitar accidentes a los que pasaban. Esto lo estoy recordando al pasear todas las tardes y comprobar las obras de remodelación del Seminario para Dependencias del Ayuntamiento.
Pues bien hubo una ocasión en que necesité para ese borramiento del exámen terminado, además del deporte y de la piscina, "algo más". Ese algo más era la "pajarilla" (vino blanco delicioso) que Domingo traía de Paniza. Con discrección me acerqué a él que estaba en un corro de gente y le dije al oído: donde tienes ese vino? Con la misma discrección me contestó: en el armario en una botella.
Abrí el armario, vi que había dos botellas en lugar de una, y sin pensarlo más, me "arreé" un buen trago con la particularidad que de la quer bebí no era pajarrilla sino mistol para limpiar las manchas. ¡Bueno!, todo mi cuerpo fué un revulsivo en continuo movimiento y escupitajos. "Quedé radicalmente trastocado". El borrón y cuenta nueva fué perfecto. Todas mis neuronas se pusieron en movimiento, por lo que nunca hay mal que por bien no venga.
Un abrazo.
Laureano.
 
jueves, 14 de septiembre de 2006 16:40
Querido Laureano: Ya sabía yo que tu relato sería una auténtica pieza literaria. Tan sólo quiero añadir, para completarlo, que yo me enteré de lo sucedido porque me llamó José Ramón Giner y me dijo: "Ven, que pasa algo en la habitación de Domingo Laín. Laureano debe estar endemoniado, porque echa espumarajos por la boca en el lavabo". Ya veis qué próximo teníamos al demonio. Supongo que con esto queda cumplida la curiosidad de Alcober. Un fuerte abrazo. Gonzalo M.